Ver lo que otros no logran apreciar, anticiparse al tiempo y remontar la adversidad son características propias de un visionario y con las cuales Francesco Carinci llegó a estas latitudes desde Italia, luego de la Segunda Guerra Mundial, primero para extraer de las entrañas de la tierra la piedra laja y luego para estimular a Adriana, su hija, a que, llegado el momento, transformara al lugar en un espacio dedicado al turismo, respetando su esencia. Esa ha sido la trayectoria de Santa Elena de la Sierra, establecimiento ubicado a 14km de Minas, por Ruta 60.
Adriana Carinci Zeballos es propietaria del establecimiento. Ha contagiado a sus hijos la pasión por una propuesta que forma parte de una tradición familiar. Elena es el nombre de su abuela -también el de su madre- y, «en homenaje a ella, el lugar se denomina de esta manera».
Francesco Carinci, su padre, llegó a Uruguay desde la capital italiana, luego de la Segunda Guerra Mundial, y adquirió las tierras que luego conformarían Santa Elena de la Sierra. «Fue un gran emprendedor, un verdadero visionario», destaca hoy su hija.

Maravillado por el paisaje, Francesco Carinci sintió que ahí también estaría el sustento económico de su familia a partir de la extracción de piedra laja, producción en la que trabajó durante muchos años. «En una época llegó a haber más de 30 empleados, aunque eso era por temporadas, zafral. Con el tiempo, la piedra laja fue perdiendo protagonismo, surgieron otros materiales y la gente optó por ellos. Para nosotros forma parte del patrimonio familiar y compartimos parte de la historia geológica de la piedra dentro de nuestra propuesta turística».
Enamorada del lugar, al igual que su padre, Adriana disfruta plenamente de «esa gama impresionante de colores de la cantera. Es como la paleta de un pintor. A fines de agosto, y sobre todo en primavera, la belleza cromática es esplendorosa». Sumó la energía que las piedras transmiten. «Salimos con mis hijos a recorrer el predio y me comentan: ¡Qué buena energía! Es precioso porque, además de trabajar en este entorno estamos en nuestra casa. Trabajar en un lugar de estas características es realmente un privilegio, porque siempre hay una energía tan linda que te dan ganas de seguir haciendo cosas, de reírte, de compartir, de estar en paz con el entorno», destacó.
Turismo
Llegó el momento en que la extracción de piedra laja dejó de ser redituable para la familia Carinci. Nuevamente fue don Francesco quien se adelantó al tiempo e impulsó a su hija para que trabajara el establecimiento en un emprendimiento de turismo rural.
«Desde hace un tiempo, extraemos piedras que empleamos en algunas reformas en nuestra casa, para reparar caminos, pero en sí no trabajamos con ellas, más allá de que su nobleza no tiene comparación. Hay canteras vecinas que continúan con sus procesos industriales, pero yo la empleo para necesidades puntuales que surgen en Santa Elena de la Sierra y me encanta seguir haciéndolo», expresó Adriana.

Previendo el fin del proceso industrial en su cantera, Francesco Carinci instó a su hija para que el futuro del establecimiento estuviera vinculado a la actividad turística. «En ese momento yo tendría 18 o 20 años y en principio no comprendía lo que me estaba diciendo porque era un sitio en medio del campo. ¿Quién iba a venir?, le decía. Lo visualizó antes de morir. Yo ya había comenzado a hacer carreras de motos, por lo que la gente empezaba a conocer las características del predio. Mi padre tenía razón. Por eso siento que fue un visionario, porque pronosticó y se adelantó a muchas cosas que luego, con el paso del tiempo, sucedieron».
La propuesta de turismo rural se dio la mano con las carreras de motos, de enduro y de bicicletas. «Me encanta el deporte y, de alguna manera, fue la excusa para que cada vez más personas conocieran las características de nuestro establecimiento. A todos les gustó el lugar, el paisaje de las canteras de piedra laja. Sumamos las caminatas guiadas y poder alquilar el lugar para eventos o para desarrollar reuniones familiares o de amigos».
Santa Elena de la Sierra cambió entonces drásticamente su actividad central. Su propuesta turística tiene características muy particulares. En cuanto a las instalaciones, «contamos con una casa grande, antigua, con espacio para hospedar a 16 o 20 personas al mismo tiempo, más allá de que hay posibilidades que hacen que en el predio puedan estar unas cien personas». Está ubicado en el kilómetro 45 de Ruta 60, en nuestro departamento, a 14 km de Minas y a 35 de Pan de Azúcar, Maldonado. La portera está sobre la ruta y con fácil acceso.
«Planteamos varias posibilidades a quienes nos visitan. Pueden alquilar la casa y traer su propia comida y demás artículos o de repente llegan viajeros en moto, me llaman y me dicen: ‘Bueno, Adriana, me quiero quedar’. Ahí sumamos el desayuno, la cena. Eso siempre con anticipación porque debemos prever todos los detalles. Aquí todo es elaborado en forma casera, el desayuno con tortas y panes caseros, mientras que a la comida la elaboro junto con mis hijas. Todas son recetas de mi abuela y de mi madre, comidas de antes», informó Adriana profundizando en las características de su emprendimiento turístico.
El establecimiento cuenta con piscina, parrillero y horno de barro entre otros tantos atractivos. «Es un lugar hermoso. La gente disfruta del aire libre, de la sombra, de salir a caminar, de ser parte de recorridos guiados donde repasamos la historia geológica de las canteras. También están las cascadas durante la temporada de lluvias, los manantiales, la cañada entre los cerros, los distintos tonos propios de la naturaleza en su esplendor. Es maravilloso», calificó.
En familia
Desde que don Francesco Carinci adquirió las tierras, todo emprendimiento en él realizado ha sido encarado en familia. Santa Elena de la Sierra logró reconvertirse sin desfigurar su esencia. Se aprecia nítidamente la pasión que Adriana Carinci Zeballos siente por el lugar, su identificación y su lucha por mantener vivo el legado de su padre. Por ello se siente orgullosa de haber podido involucrar a sus tres hijos (Macarena, Martín y Milagros) en este propósito.
«Es como un cuento, contar lo que una ha vivido en el lugar y la historia de personas que vivieron en la zona y ya no están. Donde están ubicadas las taperas vivieron personas que conocí siendo niña. Son historias de vida que no pueden perderse. De repente, en otros lugares hay espacios similares y es fantástico que eso suceda, pero aquí también hay lindas historias, lindos cuentos y bellas anécdotas a ser compartidas. Para nosotros, las canteras forman parte de una tradición familiar. Desde chica me encantó venir aquí. El paisaje es divino, con quebradas, es muy vistoso. Vivo aquí hace 30 años y sentí la necesidad de que la gente conociera lo lindo del lugar. Siento que es egoísta tener y no compartir», afirmó.
Es su lugar en el mundo: «me siento extraña cuando salgo de aquí. Hace unos dos años que no voy a Montevideo, por ejemplo. No es que no me guste, pero trato de evitarlo. Estoy acostumbrada a otro ritmo de vida en el que me siento muy cómoda. Es un contraste impresionante».
El futuro
La propuesta turística de Santa Elena de la Sierra no apunta en forma prioritaria a la masividad. Desde su experiencia como operadora turística, su titular considera que «en el último tiempo se ha trabajado de manera más intensa» desde el plano departamental en este rubro, en procura de «brindar una mayor difusión a los atractivos existentes en la zona. Integro la propuesta del geoparque y es importante poder conformar un circuito turístico donde todos trabajemos en forma coordinada porque la oferta es complementaria y necesita contar con determinada organización. En nuestro caso, el público no es masivo, salvo que se trate de un evento deportivo. No nos gusta recibir a cantidad de personas porque eso llevaría a cambiar la esencia de nuestro emprendimiento y no vamos a hacerlo, y porque queremos que quien elija Santa Elena de la Sierra lo haga convencido de que aquí disfrutará de la naturaleza, caminará en este entorno y conocerá la historia de este lugar».
Instagram y Facebook difunden la propuesta y el número del celular de contacto es 098 649 634.
En estos momentos se proyecta la realización de nuevos caminos, sumar señalización y la construcción de algunas cabañas, generando un ambiente ideal para la meditación. «A todo lo hacemos despacito porque, como te decía, no apuntamos a la masividad sino a preservar la esencia del lugar y para ello es fundamental mantener determinado equilibrio. Este es mi lugar en el mundo, donde vivo tranquila y todo debe estar debidamente organizado para que sea armónico. Para la construcción de la cabaña pensamos en materiales propios de la zona y en ubicarla entre los cerros, que sea bien agreste, por lo que todo debe estar muy bien planificado. Seguiremos trabajando en familia, junto a mis hijos y a Catalina, mi nietita de 3 años, quien también va a trabajar en la cantera. Sé que lo va a hacer y que va a continuar con la tradición familiar», confió al finalizar Adriana Carinci Zeballos, propietaria de Santa Elena de la Sierra, propuesta de turismo rural ubicada a 14 km de Minas por Ruta 60.