RECIBIMOS Y PUBLICAMOS

En tiempos de campaña, cuando las ideas se ponen sobre la mesa y la ciudadanía decide el rumbo que quiere para su comunidad, es fundamental que no perdamos de vista algo esencial: somos todos vecinos. Nos cruzamos en la feria, en el almacén, en la cancha, en la escuela. Compartimos los mismos barrios, los mismos problemas y, sobre todo, los mismos sueños de un país y un departamento mejor.
Sin embargo, muchas veces las campañas políticas se transforman en escenarios de enfrentamientos personales, agresiones, rumores y divisiones que no aportan nada. Y esto no solo ocurre entre partidos distintos, sino también hacia adentro de los propios partidos. Esa lógica de “amigos y enemigos” no construye, no suma y termina dejando heridas que cuesta mucho cerrar.
Los dirigentes políticos tenemos una gran responsabilidad. No podemos —ni debemos— ser parte de ese juego que alimenta el enfrentamiento entre la gente. Tenemos que dar el ejemplo. Debemos crear condiciones para el debate respetuoso, para el intercambio de ideas sin agravios, para la escucha activa. Porque la democracia no se fortalece con gritos, sino con argumentos. No se celebra atacando al otro, sino respetando la diversidad.
Ser tolerantes no significa pensar todos igual, sino convivir en paz con nuestras diferencias. Reconocer que del otro lado hay personas que también quieren lo mejor, aunque tengan otra visión de cómo lograrlo. Eso es lo que hace grande a la democracia.
Por eso, en esta campaña y siempre, el llamado es claro: no alimentemos divisiones. Ni entre nosotros ni hacia afuera. Seamos puentes, no muros. Apostemos al encuentro, al respeto y al diálogo. Porque cuando la campaña pase —como siempre pasa— lo que queda es el pueblo, la comunidad, la gente que sigue compartiendo su vida día a día. Y ahí es donde tenemos que estar más unidos que nunca.

Mauro Álvarez

(Movimiento de Participación Popular-Frente Amplio, MPP-FA)