Olegaria Machado Amor, Rosa Varzi Ruiz, Berta Bengochea, María Angélica García, Ibis De los Reyes y Quilma Ximénez. Estas seis poetas de nuestro departamento fueron referentes de una época. Con similitudes y diferencias, se las ingeniaron para hacer sentir su voz. Pablo Baubeta indagó en sus vidas y en el legado de sus plumas intensas.

Este trabajo comenzó a forjarse hace más de dos años. La intención de Pablo Baubeta, con esta investigación y a través de la cultura fue brindar la mayor visibilidad posible a seis autoras de nuestro departamento. «Pensé en un solo tomo con la obra, en principio, de diez poetas. Luego me centré en seis de ellas porque cada una marcó su generación», a partir de la divulgación de documentación y de registros biográficos de las protagonistas.

Reformuló su proyecto y optó ediciones individuales de las autoras, de forma de «dedicarles una portada, lucir una foto de ellas y otorgarle más relevancia a cada una de ellas». Aclaremos que, desde lo estrictamente económico, el proyecto es íntegramente sustentado por Baubeta.

MANOS A LA OBRA

«Salvo en el caso de Olegaria, las demás autoras publicaron libros, más allá de que no sean publicaciones demasiado accesibles, al tratarse de libros que actualmente no están en circulación. Cuando hice la selección, también contemplé ese factor, junto a que fueran abordados diferentes estilos, es decir que cada una de las autoras tuviera una especie de marca registrada. Eso me interesó mucho», admitió.

Le llamó la atención que Olegaria haya sido «una figura enigmática», lo cual también se tradujo en su obra literaria, por lo cual el propósito fue reunir en un ejemplar todos los poemas a los cuales Pablo tuvo acceso. «Traté de hacerlo de la mejor manera posible, reconociendo las dificultades existentes para arribar a su obra y con el objetivo máximo de ser vehículo para compartirla, porque siento que es una manera de enaltecer a los valores de nuestra ciudad y de nuestro departamento, porque son autoras lavallejinas, haciendo honor a la creación en nuestra tierra. Cada investigación, en mi caso, implica sentirme más orgulloso de donde estoy».

PERSONALIDADES Y ESTILOS

Es preciso situar a las protagonistas en el tiempo histórico en el que vivieron para analizar las características propias de su tiempo y de la sociedad que integraron. «Si pensamos en el rol de la mujer en décadas anteriores, visualizaremos el machismo y el patriarcado reinantes, sin muchos derechos conquistados para las mujeres. Una característica que me pareció notable de todas las poetas es el grado de autocrítica, tal vez generado por esa misma época, en relación a sus obras». Esto fue determinante para que, por ejemplo, muchas creaciones de Olegaria «no se conocieran o pasaran desapercibidas en la prensa o se publicaran muy poco. Más allá de ello, Olegaria enfrentó con mucho temperamento a la sociedad, participando activamente de reclamos sociales. Ella tuvo, quizás, un temperamento más avasallante en el sentido de autodeterminarse, una personalidad muy romántica, que no se contrapone con no querer resaltar, destacarse, característica propia de todas las autoras» que integran la colección.

A Rosa Varzi Ruiz la definió como «una persona modesta», además de haber sido «una ejecutante espléndida de piano» y quien, obviamente, «tenía una gran capacidad a la hora de escribir. Ella se autodenominaba abúlica, justamente por ese desinterés hacia la exposición y al reconocimiento», porque, si bien su obra fue elogiada por Juana de Ibarbourou, quien la prologó en una publicación, y por otros grandes autores a nivel nacional y departamental como Juan José Morosoli, «ella siempre se mostró desinteresada frente a un reconocimiento mayor».

Rosa Varzi Ruiz editó un segundo libro, el cual fue impreso, a diferencia del primero, en Minas, «pero después silenció totalmente su obra. Falleció a avanzada edad en Montevideo, pero nada se supo de alguna otra creación literaria. Fueron esas dos obras y se silenció». La primera de ellas fue premiada por el entonces Ministerio de Instrucción Pública.

Obras de Berta Bengochea también obtuvieron premios de parte de la citada Cartera de Estado. «Un ejemplo de su sencillez y autocrítica frente a la exposición fue que escribía con seudónimo (Julia Clavel), lo que confirma también su desinterés por el reconocimiento público».

María Angélica García realizó su primera obra literaria a los 19 años. Fue reconocida a nivel local. Pasó mucho tiempo para que se conocieran otros proyectos de la autora.

Ibis de los Reyes «escribió varias obras. La primera  ganó el premio del Ministerio de Instrucción Pública. Falleció en México, después de años de exilio, en la época de la dictadura uruguaya. Fue pareja de Roberto Ares Pons».

Quilma Ximénez, quien «falleció por autodeterminación cuando tenía 20 años, tuvo una obra y una forma de escribir que parecen de otra época», evidenciando en su literatura «una enorme capacidad de estudio ya que estaba a punto de recibirse de maestra. Participó en varios concursos. La publicación de su obra fue autorizada por su padre luego de que se conformara una comisión que trabajó para lograr la publicación de su libro».

 

 

Mujeres poetas de Lavalleja
Mujeres poetas de Lavalleja

VOCES REFERENTES

Pablo Baubeta afirmó que las autoras que forman parte de la colección «tuvieron condiciones impresionantes que las convirtieron en voces muy prometedoras de su generación», característica «muy interesante a ser analizada». A modo de ejemplo, «una voz como la de Rosa fue importantísima en una época donde había que hacer frente a muy marcadas diferenciaciones con los hombres, machismo mediante».

Laura Cortinas Peláez, escritora, política y activista feminista uruguaya prologó la primera obra de Berta Bengochea, «y por ese lado también pueden reconocerse asociaciones en la lucha frente al patriarcado, junto con la necesidad de autodeterminar los propios derechos». El prólogo de su segundo libro fue realizado por Álvaro Armando Vasseur, destacado poeta, escritor, diplomático, traductor y periodista uruguayo. «Que los prólogos fueran escritos por autores de nivel nacional era una especie de apadrinamiento a las obras de nuestras autoras, respaldo e impulso para su labor, más allá de esa característica que las unía, la de elegir pasar desapercibidas. Quise homenajear a personas que fueron sumamente laboriosas a la hora de construir, de hacer poesía», relató Baubeta.

En ese mismo sentido, el autor de esta colección elogió la generosidad de figuras como Juan José Morosoli y Juana de Ibarbourou, junto al hecho de que las autoras coterráneas se involucraran activamente en causas colectivas, trascendiendo el individualismo. «Había personas interesadas en divulgar lo que otros hacían, a autores a quienes daban voz, algo tan necesario en todo momento porque en esta actualidad hay quienes están escribiendo y no saben por dónde comenzar».

COMPARTIR Y VISIBILIZAR

«Vivimos en una época donde se ha demostrado que parte de lo que nos hace ganar derechos e incluso solucionar problemas es a través de la comunicación, decir qué queremos defender, divulgarlo», afirma el entrevistado. «Siento que algo me interesa y analizo el motivo por el que está bueno a la hora de cambiar un poco la visión, de darle una perspectiva un tanto más optimista a la realidad que vivimos, a la ciudad en la cual vivimos», teniendo presente los cambios históricos y los procesos que se suceden a ese nivel.

«En lo que respecta a la poesía, obviamente que el arte siempre atrapa. Además, es la creación de personalidades que dicen cómo piensan y transmiten emociones, por lo que hay mucha carga de identificación en todo ello. Siento que es bueno visibilizar casos que quizás pasarían desapercibidos, algo que pasa a menudo, incluso en el arte», evaluó.

Respecto a la labor cumplida en su momento por el historiador Aníbal Barrios Pintos, elogió su tarea como divulgador, considerándolo «un referente para todos quienes hacemos una tarea similar, porque muchos autores no se conocerían si no fuera por ese rol. Hay un ejemplo que siempre lo citaba en las revistas, el del minuano Julio Piquet, quien murió en Buenos Aires, Argentina, quien mantenía correspondencia con Rubén Darío y quien estuvo vinculado a Bartolomé Mitre, en diario La Nación».

En ese marco, afirmó que Olegaria «tuvo una personalidad que fue mucho más allá de algún episodio que se cuenta, de un altercado por motivos amorosos que no incluí en el estudio porque no hay ninguna documentación al respecto y porque no consideré importante buscar algo que me parecía que no aportaba a su personalidad. Olegaria tenía mucha riqueza en su forma de ser y considero que es lo que debe ser valorado. Desde mi perspectiva, quiero dejar ejemplos de vida que nos hagan sentir orgullosos como minuanos y como lavallejinos, de pisar esta tierra y decir ‘acá estuvo tal persona viviendo’. Eso es maravilloso, tanto en la casa de Olegaria, en Roosevelt y 25 de Mayo, donde está bar Bertochi, o la casa de Rosa, frente al Democrático, la de Quilma, por Williman, entre Batlle y Carabajal… La idea es esa, apreciar que estamos rodeados de arte, de personas que vivieron e hicieron algo más que simplemente vivir una vida normal. Rescatar ese tipo de vidas me parece interesante para sentir un poco más de orgullo por nuestra tierra».

Baubeta compartió con Primera Página Dominical que e maneja en varios proyectos al mismo tiempo. Todo empieza con una idea, la imagina impresa y luego llegando a la gente, por la tarea de divulgador que comentamos anteriormente.

«En mi caso comienzo por las fuentes escritas porque suelen ser más concretas y, en cierto punto, más estables. En Casa de Cultura tenemos contamos con el archivo de La Unión Decano de la Prensa Uruguaya, lo cual permite tener una primera aproximación, dependiendo de cada búsqueda, junto a otras reseñas que suelo consultar». Dentro de su trabajo en la biblioteca de la institución, Pablo Baubeta ha confeccionado un índice de temas al cual pueden acceder los usuarios que así lo requieran para efectuar diferentes investigaciones.

La colección Mujeres poetas de Lavalleja, de Pablo Baubeta, estará presente en las bibliotecas del departamento, así como también en algunas instituciones de la capital del país. La finalidad no es comercial sino de difusión. «Personalmente nunca me interesó hacer tirajes de mil o dos mil ejemplares. Ante todo, me interesa el contenido de cada proyecto», confirmó el autor e investigador.

Concluida esta colección, Baubeta retomó la investigación que dedicará a la Escuela Nº8 de Minas. «Es una historia que transmite mucho simbolismo y hay mucho material a disposición, muchas imágenes. He consultado el libro diario de la institución y he encontrado cosas muy lindas, propias de otras épocas, de una determinada forma de ser. Las escuelas son el centro que quizás mayor ternura y sentimientos nos transmite, tienen esa carga emocional que todos llevamos para siempre y es maravilloso poder recordarlo y lograr transmitirlo».

«Cuando uno comienza con una investigación histórica, se encuentra con nombres, con personas que dieron clases allí, que fueron alumnos de esa época, quienes guardan por siempre un aprecio muy especial. El propio Guillermo Cuadri, hasta el último día de su vida, guardaba un gran afecto por sus maestras y por los amigos de aquella etapa», señaló y destacó «el generoso aporte de Alfredo Morosoli» para reconstruir historias vinculadas con la institución educativa.