Mientras el Ministerio de Salud Pública analiza prohibir la venta de bebidas energizantes a menores de 18 años, se desarrolló la jornada de formación “Bebidas energizantes: mitos y realidades”, en la que se presentaron los resultados de tres investigaciones sobre el tema.
La doctora Cristina Lustemberg, ministra de Salud Pública, considera que las acciones apuntan a regular, prevenir y educar con campañas de sensibilización sobre los efectos nocivos de la ingesta de este tipo de bebidas para la salud. La Cartera a su cargo analiza medidas para reducir su consumo, especialmente en niños y adolescentes. Una posibilidad es prohibir el consumo de productos nocivos para la salud en menores de 18 años.
INFORME
El pasado martes fue oficialmente presentado el Monitoreo del consumo de bebidas energizantes en estudiantes de Enseñanza Media (2014-2023), formulado por el Observatorio Uruguayo de Drogas de la Secretaría Nacional de Drogas (SND). En él están comprendidos jóvenes escolarizados de entre 13 y 17 años, alumnos de liceos públicos, colegios habilitados y educación técnica de ciudades de más de 10.000 habitantes. El titular de la Secretaría Nacional de Drogas, Gabriel Rossi, y la directora de la Escuela Nacional de Nutrición, Myriam De León, participaron en la apertura de la jornada.
En el mundo, entre el 30% y el 50% de los adolescentes y jóvenes consumen bebidas conocidas en el mercado como «energizantes». En Uruguay, el 65,9% de los estudiantes de entre 13 y 17 años las consumió en el último año. La edad promedio de inicio es a los 13 años, según una encuesta del Observatorio Uruguayo de Drogas, realizada en estudiantes de Enseñanza Media. Se suma una baja percepción del riesgo sobre su consumo, no solo por parte de adolescentes y menores, sino de sus familias y/o adultos responsables. Estos productos no alcohólicos, llamados «energizantes», son estimulantes con base en cafeína enmascarada con guaraná, extracto natural que también contiene cafeína. Una lata equivale a cuatro tazas de café y 20 cucharaditas de azúcar. Pueden incluir gas carbónico, vitaminas y aminoácidos.
En cuanto a la prevalencia de consumo de drogas durante los últimos 12 meses entre estudiantes de Enseñanza Media (2024), las bebidas energizantes ocupan el segundo lugar luego del alcohol y adelantándose a los tranquilizantes, el cannabis, el tabaco, los estimulantes, los alucinógenos, la cocaína, el éxtasis, el hachís y la pasta base. «Porque me gusta el sabor, es rica»; «Depende de cómo sea mi día, como voy de mañana tomo para aguantar el día. He tenido períodos de mal dormir y ahí tomo más»; «Me hace estar más despierta y con más energía»; «Son muy diversos los motivos… para juntarme con amigos, para no dormirme o para ir a clase si tengo un escrito importante», son algunos de los motivos que plantearon quienes consumen bebidas energizantes de acuerdo al citado relevamiento.
RIESGOS
En el país se reportaron casos de intoxicación en niños, asociados a síntomas como convulsiones, vómitos, taquicardias e hiperactividad. El consumo de bebidas energizantes se asocia con problemas cardiovasculares, aumento de la presión arterial, problemas gastrointestinales, problemas psicológicos, insomnio y nerviosismo e inquietud.
Un grupo de investigadores de distintas disciplinas (Nutrición, Toxicología, Sociología, Química, Psiquiatría Pediátrica) trabaja desde el período anterior en estudios sobre las bebidas estimulantes, elaboradas en base a cafeína y otros compuestos como taurina, aminoácidos, guaraná, ginsen. El incremento en su producción, comercialización y consumo está asociada a la cultura del máximo rendimiento.
Las bebidas «energizantes» producen dependencia, tolerancia y abstinencia, dado su elevado nivel de cafeína. Hay síntomas y signos de alerta que genera su consumo a nivel cardiovascular (taquicardia, palpitaciones, elevación de la presión arterial), a nivel neurológico (ansiedad, insomnio, inquietud motora, temblores, movimientos repetitivos y hasta convulsiones) y a nivel digestivo (nauseas, gastritis, vómitos, diarrea).
ADOLESCENTES Y JÓVENES
A partir de dos talleres realizados con jóvenes universitarios (entre 18 y 29 años) en Montevideo y en Tacuarembó se buscó entender cuáles son las motivaciones y las ocasiones de consumo y qué efecto buscan al tomar estas bebidas.
El principal motivo de consumo señalado por esta población es la búsqueda de energía, seguida del mantenerse despierto -en particular para estudiar-. También mencionan la mezcla con alcohol.
En cuanto a las ocasiones de consumo, a nivel individual referencian el cansancio y el hacer frente a obligaciones laborales o de estudio, y a nivel social lo vinculan con la participación en fiestas o salidas con amigos, cumpleaños.
Por otro lado, se señala como motivo de consumo «por moda» o incluso su asociación con influencers, deportes, así como se evidencia que en ocasiones son los padres quienes actúan como agentes que introducen las bebidas energizantes en adolescentes.
Desde la Unidad Académica de Psiquiatría Pediátrica se relevó que el acceso a las bebidas energizantes de los adolescentes encuestados (entre 13 y 19 años) se da en un 65% por sus propios medios y al 17,3% se les brinda en su casa. El 82% de los adolescentes refiere que sus padres están en conocimiento de su consumo.
EN ENSEÑANZA MEDIA
El Observatorio Uruguayo de Drogas realizó una encuesta a estudiantes de Enseñanza Media (entre 13 y 17 años) de liceos públicos, privados y educación técnica. Se aplicó en ciudades de más de 10 mil habitantes, en todo el país.
Entre los resultados de la investigación, cabe destacar que el 82% de los jóvenes ingirió al menos un sorbo de estas bebidas energizantes. El 37% de esta población consumió este producto en el último mes. Entre los años 2018 y 2024 la prevalencia de consumo se incrementó más de 20 puntos porcentuales.
Los varones las ingieren más que las mujeres y las prevalencias de consumo son mayores en adolescentes de mayor edad (17 años o más). Entre los de 14, la prevalencia de consumo de bebidas energizantes supera a la de alcohol.
Al comparar su consumo con el de otras sustancias, estas bebidas y el alcohol encabezan las prevalencias de consumo en los últimos 12 meses.
Desde el área de Prevención de la SND se remarca la necesidad de involucrar y escuchar a los adolescentes a la hora de delinear cómo comunicar los riesgos asociados al uso de estas bebidas, a partir de un sistema integrado, a nivel familiar, en el ámbito laboral y en el comunitario.