Integrantes del Colectivo Historias Desobedientes Uruguay, Ana Gutiérrez e Irma Gutiérrez, y de Todos Somos Familiares Lavalleja, Cecilia Manzione y Leticia Burgueño, previo al conversatorio en la Centro Cultural Casa de la Juventud realizaron una conferencia de prensa.

TODOS SOMOS FAMILIARES

Antes de ir a “Historias Desobedientes Uruguay” Manzione dio la bienvenida al colectivo, agradeció a la Casa de la Juventud por el espacio  y recordó que “Todos Somos Familiares de Lavalleja desde hace años realiza actividades hacia la comunidad que tiene que ver la memoria comunitaria, individual e institucional”.

ACTIVIDADES

Detalló Manzione las actividades desde el año 2021, como la pintura de murales en Minas, el encuentro con el colectivo Voces de Canelones, con testimonios sobre lo ocurrido en Los Vagones, centro clandestino de tortura durante la última dictadura uruguaya; la costura comunitaria con Coti Perla en la Casa de la Juventud, el conversatorio con Carmen Arostegui sobre constelaciones en educación y democracia, la participación en el memorial del campo Kykyó, la participación en el memorial de Campo O'Higgins. Se presentó además el libro de Graciela Jorge “Sin noticias de Margaret” sobre vida y desaparición de Margaret Burgueño.

SITIO Y MARCHA

Manzione señaló que “estamos trabajando con Sitios de Memoria para nominar al Batallón Nº 11 como lugar de detención y tortura. Y como todos los años nos convoca la Marcha del Silencio el próximo 20 de mayo”.

Leticia Burgueño manifestó que “esperamos que nos acompañen el 20 de mayo a la hora 18, vamos a concentrar en la avenida Artigas y Tejería Amilivia. El recorrido es por avenida Artigas hasta Matías Lazarte, doctor Rivero, vamos a pasar frente al Liceo 2, Guernica y finaliza en la esquina del Estadio en Guernica y Gutiérrez Ruiz. Ahí se hará alguna actividad. Están todos invitados”.

DESOBEDIENTES

“Historias Desobedientes Uruguay” es un colectivo de hijos e hijas de represores de la dictadura uruguaya que buscan la verdad, la memoria y la justicia. Su objetivo es romper el silencio cómplice y dar voz a las historias de aquellos que fueron víctimas de la represión, así como condenar las violaciones a los derechos humanos cometidas durante el período dictatorial.

El colectivo se caracteriza por:

Búsqueda de la verdad sobre lo que ocurrió durante la dictadura y las responsabilidades de sus padres.

Lucha por la memoria a través de sus acciones, buscan que se recuerden las víctimas de la represión y que la historia no se olvide.

Reivindicación de la justicia, el colectivo se manifiesta a favor de que se haga justicia por las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura.

Rotura del silencio cómplice: buscan romper el silencio que se ha mantenido sobre la dictadura y las violaciones a los derechos humanos.

FAMILIARES DE REPRESORES

Las integrantes del colectivo, las hermanas Ana Gutiérrez e Irma Gutiérrez, acompañadas por Virginia, compañera del colectivo, hablaron con la prensa. Ana, luego de presentarse, dejó claro que “somos familiares de represores que tuvieron alguna participación en la dictadura. Nuestro cometido como colectivo es pelear junto a los colectivos de derechos humanos por memoria, verdad y justicia y repudiar lo que hicieron nuestros familiares. Agradecemos a Todos Somos Familiares de Lavalleja por la invitación a la actividad, que es un poco acompañar a conocer el colectivo, que es disruptivo, viene a cortar con los secretos familiares y los ocultamientos de nuestros familiares, a romper con esos mandatos que nos obligan a estar al lado de personas que nosotros creemos que hicieron mal las cosas durante el terrorismo de Estado, y al día de hoy no se arrepienten y no dicen absolutamente nada de lo que ocurrió”.

LA IDEA

Ana manifestó que el colectivo nació en Argentina en el 2017, en la marcha de “Ni una menos”, a la que “asistieron cuatro compañeras del colectivo entre ellas Analía Kalinet -su padre fue juzgado por la justicia argentina-. En diciembre del 2017 se trata la ley dos por uno, que le daba amnistía a los genocidas que habían sido juzgados en Argentina, los compañeros salieron públicamente a repudiar lo que la ley en Argentina quería hacer. Ahí el colectivo empieza a crecer, se suman compañeros de Chile, familiares de represores. La casualidad quiso que una víctima de un sitio de memoria informa que existía un colectivo en Argentina, que podíamos acercarnos y es ahí que crece Historia Desobedientes Uruguay”.

DEBER ÉTICO Y MORAL

Señaló Ana que “hay similitudes con los compañeros de Argentina, nuestra presencia pública sale cuando se presenta la ley para dar prisión domiciliaria a los represores que están presos en nuestro país. Para marcar la voz de los familiares y no de aquellos que hasta el día de hoy venían defendiendo lo que sus familiares venían haciendo, salimos públicamente a decir: ‘No, no todos los defienden, acá hay un deber ético y moral de condenar lo que estuvo mal en nuestro país, y esto lo hacemos no solo por la condena misma, sino también porque es un trabajo que hay que hacer, y que la comunidad en general tiene que hacer por memoria, para que no vuelva a ocurrir en nuestro país’”.

MARCHA

Ana destacó la realización de la Marcha del Silencio todos los 20 de mayo. “Esta es la marcha número 30, invitamos a todos a participar y acompañar a familiares y a plantar margaritas, y se multipliquen esas margaritas. Celebramos la creación del sitio de memoria, porque el reconocimiento y marcar lugares son los que van a generar que los gurises que no saben qué fue lo que pasó en nuestro país, empiecen a preguntar y a saber”.

FAMILIA

Informó que Historias Desobedientes integra la comisión del Sitio de la Memoria La Tablada: “es un trabajo arduo y bueno, instamos a toda la comunidad a acompañar esto que es tan importante, de marcar la voz de los que estuvieron ahí y acompañar a los que estuvieron ahí para que esto no vuelva a ocurrir”. Puntualizó que “nosotros no nos consideramos bajo ningún concepto víctimas ni de nuestros familiares ni de lo que ocurrió en la dictadura, sino que nosotros estuvimos durante muchos años omisos a lo que pasó. En mi caso tuve suerte de tener una educación que me indicó que por ahí no era, que había cosas que habían pasado y estaban mal, y amigos que me marcaron que el lugar donde había estado mi papá había sido un centro de reclusión y tortura. Mi papá fue militar desde el 72 en el Servicio Material de Armamento, donde en el año 74 o 75 se abre el centro de reclusión y tortura, el 300 Carlos. No sabemos cuál fue la participación de mi papá, pero está claro por lo que él nos dijo durante su vida. Él estaba convencido que lo que pasó estaba bien, que ellos defendieron la patria,  eso nos hace pararnos en la vereda de enfrente y criticar fuertemente lo que él defendía. Para nosotros eso fue un indicio, no tenemos prueba, la gran mayoría de los compañeros del colectivo no tienen muchos datos de lo que sucedió. En mi caso nací en el 85, sí puedo decir que recorría el Sitio de Memoria como cualquier niño va al trabajo de su padre, y eso es horrible, porque después nos enterarnos que era un lugar donde se cometieron los peores crímenes y violaciones de los derechos humanos”.

CONVERSATORIO

Respecto al conversatorio, Carla González dijo que “es un conversatorio abierto, nos va a estar acompañando también Santiago Castro, un joven periodista local, para ayudar a moderar el diálogo entre las integrantes del colectivo y el público asistente. Es muy importante hoy llegar con Historias Desobedientes a Minas, porque coloca la discusión desde otra perspectiva y desde otro lugar, y poder trabajar en conjunto la memoria”.

PREGUNTAS

¿Cómo era la vida familiar? ¿No había manifestaciones de esa violencia que había en el centro?

Ana Laura - Tuvimos un buen padre, con errores como todos, pero un buen padre. Lo que nos lleva a hacer este proceso de ruptura fue de grandes, cuando me entero con 30 años que él había participado en un centro de reclusión y tortura. Si bien ya tenía una posición política muy contrapuesta la de mi papá,  ya venía con discusiones prolongadas sobre su ideología y lo que él creía que estaba bien, pero fue un quiebre enorme entender que él había estado en ese lugar.

¿Dónde se produce el click de ver que esa es la historia de su papá?

Ana Laura - Fue un proceso, no hubo un click. Fue una sucesión de hechos. En mi adolescencia tuve excelentes profesores de historia que me enseñaron cosas que en mi casa no se decían o se decían de otra manera. Eso ya fue un proceso. Era militante estudiantil y después sindical, cada vez me paraba más en la vereda enfrente. El quiebre fue cuando una amiga me preguntó en qué lugar había estado mi papá. Cuando le dije el lugar, me dijo que eso había sido un centro de reclusión y tortura. Ahí hay un poco de negación muchas veces de los familiares. A mí me pasó de decir: ‘Mi papá estuvo, pero no estuvo en esa época’. Después averiguo y mi papá me confirma que había estado ahí. Eso fue como la ruptura total. Aunque la ruptura -esto nos pasa a todos los familiares- no es total, no deja de ser tu padre. Mi papá estaba muy enfermo y a mi hermana y a mí nos tocó acompañarlo.

Irma – Aunque somos hermanas tuvimos diferentes procesos. Mi proceso comenzó desde el feminismo, donde empecé a cuestionarme un montón de cosas personales a raíz del patriarcado, las violencias que había vivido a lo largo de toda mi vida, y el feminismo me llevó a cuestionarme qué había sucedido con las mujeres dentro de la dictadura. Fue tremendo porque me sentí súper cercana a muchas de las vivencias que ellas habían tenido, y sabiendo que mi papá había sido militar, empecé a indagar en la historia de mi papá y fue terrible choque. Lo pudimos discutir con mi hermana, y a partir de esas discusiones nos planteábamos preguntas. Si bien tuvimos la misma crianza, el mismo padre, tenemos dos años de diferencia, el quiebre en cuanto a cómo nos sentimos fue completamente distinto.

¿Es un número importante los familiares en la misma situación de ustedes?

Ana - En Uruguay somos 12 compañeros, es muy difícil salir a dar la cara. Agradezco a mi militancia sindical que me permite a mí poder hablar en público. En Argentina son unos 40, en Chile son un montón y tenemos Historias Desobedientes Paraguay, Brasil, en Historia Desobedientes España hay cuatro nietos de franquistas, eso es un montón porque la dictadura en España ocurrió hace mucho y el ocultamiento persiste hasta hoy, y eso habla de la importancia de poder hablar de estos temas.

¿Cómo son los encuentros con otras organizaciones? Por ejemplo, con Madres y familiares de desaparecidos.

Ana Laura - Estamos vinculados a Madres y Familiares, al Observatorio Luz Ibarburu, a la Secretaría de Derechos Humanos del PIT-CNT, a Fogones de la Memoria que hacen un trabajo increíble con las infancias y en transmitir lo que ocurrió durante el terrorismo de Estado, con cuidado y pedagogía, que es increíble porque en realidad después ellos empiezan a cuestionar un montón de cosas siendo niños. En Uruguay fuimos muy bien recibidos por los colectivos de derechos humanos, más allá de donde veníamos, que era nuestro gran miedo también.

Y los desaparecidos, ¿cómo lo abordan ustedes?

Ana - Es un tema que nos duele mucho a todos. Mi papá estuvo en un centro de reclusión y tortura donde aparecieron (los cuerpos) tres desaparecidos y la última vez que fue vista Elena Quinteros fue en ese lugar. Menudo compromiso tenemos de poder llevar adelante este colectivo que cuestione, y hay algo que siempre digo: ‘Hay una justicia que es la justicia que tiene el Estado, que los va a condenar y ha demorado un montón, pero hay condenas. Y después está la justicia que nosotros los familiares podemos hacer puertas adentro, y es el cuestionamiento de lo que ellos hicieron’.

Hay pacto de silencio y no van a decir dónde están.

Ana Laura - Que digan dónde están porque es muy importante poder sanar las heridas para las familias que aún hoy no saben dónde están sus familiares. Siempre le dije a mi papá: ‘¿Qué pasaría por tu cabeza si un día a mí me traga la tierra y no sabés qué pasó conmigo? ¿Dónde estoy? Nadie te dice nada. Es muy doloroso, es una herida que no sana, y no va a sanar hasta que no haya una verdadera reparación y arrepentimiento por parte de los militares de lo que hicieron y que digan qué fue lo que pasó. Son 197 familias al día de hoy que están esperando saber dónde están los restos de sus familiares, y es una forma de tortura que persiste hasta el día de hoy. La tierra habla también y está hablando, porque siguen apareciendo. Ojalá aparezcan todos.