por Gonzalo Martínez

Todo comenzó la noche del 18 de abril de 1924, luego de una reunión llevada a cabo en casa del Sr. Ulpiano Moreira, en la calle Domingo Pérez 535 (entre 18 de julio y Treinta y Tres). A esa reunión asistieron: Bautista Vaghetti, Diego Amilivia, Perpetuo Prieto, Eulogio Gorgoroso, Alfredo Compagnone, Aparicio Arce, José y Julio Quirici, Pedro Eugenio Leis, Gerónimo Villagrán, Ramón Quintans, Agustín De Luca, Julio Fornaro, Casimiro Noguerol, Alberto Conti. El grupo de deportistas que tomó la responsabilidad de formar esta nueva institución provenía en su mayoría del Club Piendibene, que, por controversias reglamentarias con la AUF, había pedido su afiliación a la Liga Minuana.

EL NOMBRE DE OLIMPIA

Por aquellos años, poseer una bicicleta era privilegio de muy pocos. Este medio de locomoción individual, tan común en la actualidad; en ese entonces, recién hacía irrupción en las tranquilas y poco transitadas calles del Minas de los años veinte. Por lo tanto, eran muy pocas las personas que poseían tales vehículos, los cuales, por otra parte, por ser los primeros, concitaban la curiosidad de la población. El Sr. Ulpiano Moreira Sosa poseía una que estaba en el local comercial que tenía en sociedad con Ramón Quintans. Los asistentes a la reunión del 18 de abril, antes iniciar formalmente la sesión para organizar el Club de fútbol que se iría a afiliar a la Liga, observaban la bicicleta de Moreira, tejiendo comentarios alusivos al referido rodado y admirando sus características que eran más notorias por tratarse de un modelo de la más moderna fabricación para la época. Una vez iniciada la sesión y cuando se trataba la denominación con que se iría a afiliar el Club a la Liga, el Sr Alberto Conti Rivero propuso el de River Plate. Unos años antes, había actuado un Club con esa denominación que participara en el primer torneo oficial organizado por la Liga, en 1918, año de su fundación. La propuesta de Conti no fue aceptada por la mayoría de los asistentes de quienes no satisfacía ese nombre. De pronto, a alguien, se le ocurrió que se le podría poner el nombre de la marca de bicicleta de Moreira, que momentos antes había sido centro de los comentarios. Esta idea fue aceptada por la mayoría y así surgió la resolución de darle al Club el nombre de Olimpia que así se llamaba la marca de la bicicleta.

Récord Mundial: Pedro Eugenio Leis y Ramón Vilches hablaron 16 horas y 25 minutos de Olimpia

No hacía frío. Era viernes. Una hermosa tarde del mes de mayo. Don Ramón, ya había quitado los postigos del ventanal. El olor a talabartería y taller de compostura de calzado “El Huracán”, suela y betún, escapó, suave y sedente, cuando abrió la puerta para comenzar el trabajo vespertino. En una bolsa azul, reforzada con costuras de cuero, junto a la máquina de coser estaban ya prontos y acondicionados, los zapatos que se usarían el domingo en los encuentros de Reserva y Primera División. En la trastienda, sobre una silla las camisetas con sus Alas Rojas. Colgados, dos pares de botas recién terminados. En el piso un recado, y épocas de abundancia, una estiba de suelas enteras. A las 3 de la tarde llegó Pedro Leis. No diremos aquí quién es Pedro Leis, porque todos sabemos cómo es. Hombre de palabra fácil, y florida, de conceptos claros y de anécdotas gráficas, hacía cómoda su presencia en cualquier reunión. Y comenzaron a hablar. Don Pedro de pie, como para irse. Don Ramón recortando una media suela. A las 6 de la tarde ya habían transcurrido 3 horas de charla, y doña Julia, esposa de Ramón, compadecida de tanto desgaste, les sirvió un café con leche. Recién entonces se sentó Don Pedro. Quizás, entusiasmado, había olvidado que estaba de pie. Doña Julia pensaba ir al cine con sus hijas y preparó la cena. A las 8 de la noche llamó a comer, Don Ramón dijo a su mujer e hijas que marchasen al cine, y le dejaron la cena en la cocina. Después que terminara con los asuntos que estaba tratando con Leis, la calentaría. Cuando Doña Julia llegó del cine, a las 12 de la noche, vio la luz en el taller, abrió la puerta de calle y allí estaban conversando, frescos y felices, Don Pedro y Don Ramón. No se preocupe, ya me voy dijo Don Pedro.

-Cuando me vaya a acostar caliento la comida- agregó Don Ramón – Quédate tranquila, no me voy a acostar sin cenar -.

Amanecía el sábado en los cerros “La Filarmónica”. El otoño se vestía de ocre en los árboles de La Represa. Doña Julia se despertó. Eran las 7 y 20 de la mañana. Don Ramón no estaba.

La comida continuaba, íntegra en la mesa de la cocina. Preocupada, se dirigió a la talabartería. Y entró a ella a las 7 25’’, justo en el instante en que el binomio Vilches - Leis, batía el récord mundial de conversación en parejas: 16 horas y 25 minutos. Hablando de Olimpia.

JOSÉ MARÍA BENGOCHEA

Ante un acontecimiento de tal magnitud, que significa, nada más ni nada menos, cumplir 101 años de vida institucional y deportiva; recurrimos a nuestros archivos y fuimos a un trabajo que realizó Walter Guillermo Cuadri. Fue dirigente y periodista, entre otros ámbitos en los cuales se desempeñó con gran éxito. En una publicación para un medio escrito, en el año 1989, describió a uno de los grandes jugadores que vistieron las “alas rojas”: José María Bengochea. A continuación, el magnífico trabajo de Cuadri, para deleitar a todos los olimpistas:

Pensamos ponerle título a esta nota. Un crack, o un jugador sin igual, pero nos convencimos que no era necesario. Su nombre, así de sencillo, dice todo eso y mucho más. Esas tres palabras son la síntesis del fútbol de Lavalleja. Y lo dicen quienes lo vieron y también aquellos a quienes la tradición oral les ha transmitido la leyenda. Es de la generación de los Campeones del 50. Fue también, esporádicamente jugador de los aurinegros minuanos, pero siempre, su gran amor la camiseta de Olimpia, que así era camisa para dar paso más tarde a la camiseta. Más de 10 años seguidos en los Alas Rojas impartiendo señorío futbolístico y humano. También vistió la camiseta de Central de Montevideo. Un jugador de porte, grueso, fuerte físicamente pero por esencia un jugador fino, técnico. Manejaba las dos piernas aunque era derecho. Cabeceaba bien, muy bien y pateaba fuerte. Jugadores técnicos, que cabecean bien, que dominan las dos piernas, que patean fuerte, hay muchos y hubo muchos. La diferencia está en cómo veía el fútbol, porque el fútbol fundamentalmente se juega bien si se lo piensa bien y si se sabe verlo. Y dentro de la cancha y moviéndose no es fácil verlo. Fue tres años Campeón del Este, en el 47, 48 y 52 y Campeón Departamental en 1958, con Olimpia, al que volvió para sacarlo Campeón y quedar con una hermosa sonrisa. Perseguido por los desgarramientos fue un maestro del pase largo, eso que solo hacen los que saben y ven lejos. Con Pikiko Gómez o con Urruty se aburrieron de hacer goles o como con “La Sellada” Gutiérrez, a quién se aburrió de hacerle hacer goles. En el combinado departamental, con la Julieta Gastambide, marcó una época. Hablaban el mismo idioma y se entendían con sólo entrar con la misma camiseta. Callado, buen amigo, prolijo deportivamente, no marcaba, pero creaba. No se especulaba en su época, se jugaba a ganar y tanteadores de 6 a 4 o 7 a 5 no eran infrecuentes. Famosos sus enfrentamientos de la época con Central y Estación. José María Bengochea es a Olimpia lo que Ciocca a Nacional u Obdulio a Peñarol, lo que Schiaffino a Uruguay. En los grandes acontecimientos, cuando el grito estalla junto a brazos levantados en señal de júbilo y los ojos se nublan, muchos olimpistas ven el rostro de José María Bengochea asomando por sobre una de las camisetas de las alas rojas. Es que no sabemos si las alas del símbolo, no se las puso José María, con aquel, su andar señorial por nuestras canchas. Así de hermoso. Es la nostalgia que se abraza con la alegría” SPORT.