“PINTAR ENTRE TODOS TIENE UN EFECTO DE
CONSOLIDACIÓN GRUPAL, GENERA UN GRAN COMPROMISO Y
ALIVIO”
En estos tiempos de reclusión o cuarentena,
al hacerle una nota vía mail a Natalia
Montero, ella no tuvo mejor ocurrencia de contestarlas aunando su vida, su
trabajo y su pasión por el arte.
Contó que nació en Minas hace
46 años, vivió en la calle
Centenario, entre Batlle y Brígido Silveira,
junto a sus padres -Jorge Montero y Libia Gorgoroso-, y destaca que fue “una época linda, simple, cerquita de mis
adorados abuelos maternos, Antonia y Rudecindo, hasta que llegó mi hermano Juancho, varón, futbolista,
ruidoso, rompiendo el equilibrio, hasta que logramos uno nuevo. El barrio, la
cuadra, era una extensión del hogar y
allí en la calle, jugábamos hasta tarde los días de calor
mientras los adultos conversaban sentados en la vereda en las sillitas del
comedor, algunos cenaban y hasta nos convidaban con sus preparaciones caseras,
impensado otra procedencia”.
COMPARTIR
Resalta en su relato que “las meriendas
eran un día en casa, tres días en la casa de las amigas, turnos rotativos pero sin descanso: pan,
manteca, dulce de leche, Noel y Lara, María, Olga,
Daniela. Si nos tocaba la casa de Olga seguro había torrejas y
gofio, nunca más comí eso”. O la alegría de los bailes
callejeros, desfiles de carnaval, “kermeses
inventadas en el patio de Calú y Ernesto,
siempre dispuestos a cuidarnos, por no decir bancarnos a todas, el piano de
Ana, el yoghurt en botella en casa de Pirula, que traía Helios de la gran Confitería Madrid, y la
peluquería de Bety, lugar de incontables tardes
bajo el enorme secador. Mirábamos tele después de las cinco y sólo los días fríos o lluviosos, las noches eran de ‘Señorita maestra’ y los sábados hasta el
mediodía Cacho Bochinche y Ultraton”.
AQUELLA ESCUELA DEMOCRÁTICA
Recordó su pasaje por la Escuela Nº 8, “una escuela preciosa que nucleaba a todos,
al hijo de la maestra, del doctor, del albañil y del
panadero. Todos jugábamos en el
mismo patio y a nadie se le ocurría pensar que
alguien no comiera. Era, desde mi óptica, un mundo
abierto, solidario, amigable.
¡Fue una infancia tan feliz! Me encantaría que mis hijas vivan de esa manera, libre, seguras, felices, contenidas,
en esa extensión de la familia que era el barrio y sus
familias, tan cercana como la consanguínea.
Fue este recuerdo que impulsó mi vuelta a
Minas, el haber crecido con libertad y confianza”.
EMIGRAR
Montero se fue a los 18 años a estudiar a
Montevideo. Pasó por las facultades de Química, Ingeniería, Bellas Artes
y Humanidades. “Siempre me gustó estudiar, soy curiosa, inquieta. Me gradué como licenciada en Artes y luego de museóloga, profesiones que amo y disfruto todos los días en mis distintas ocupaciones”.
Natalia Montero, con desparpajo y alegría, cuenta que
conoció a Horacio Todeschini, su marido “en la puerta de la casa de un amigo en común, nuestro amigo no estaba y nos quedamos charlando. Al tiempo nos
volvimos a ver, era una época muy
divertida, los fines de semana en Montevideo la pasábamos entre cumpleaños, fiestas o
varietés. Se organizaban shows donde cada
invitado preparaba uno o más números que podían ir desde
canciones, performances, ¡siempre cenábamos! Y reíamos mucho.
Empezamos a salir por allá en el 2002, año inolvidable, y después de un tiempo
decidimos formar esta familia. Vinieron Olivia, que cumple 11, y Violeta, que
cumple 9. Nos casamos un 24 de marzo, si me apuras no me acuerdo el año, un 25 de marzo nació Oli y el 26 de
marzo dos años después, Violeta”.
CONSTRUCCIÓN DEL
CONOCIMIENTO
Al preguntarle cómo se vinculó con el arte, Montero señaló que “sin querer queriendo me fui vinculando en
forma tangencial al mundo de la educación, trabajé en el departamento educativo del Museo Torres García, después de una larga
pasantía honoraria, y un mes en el Museo Figari,
como pasante en unas vacaciones de invierno. Descubrí esa posibilidad infinita de la transformación a través de la educación. Experimenté la conexión intransferible con palabras con el otro, a partir de la práctica artística en el
museo. En la educación artística se da una construcción del
conocimiento en forma bidireccional y sin el otro, no es posible”.
ESOS LOCOS BAJITOS
Hay un trabajo constante con los niños, y explica
Montero que “los niños son un
territorio fértil, amplio, vacío de prejuicios, infinito, y siento una gran responsabilidad al elegir
los contenidos de mis talleres, elijo con cuidado pero sin subestimar. Comencé a dar talleres para niños en Médanos de Solymar, orientados para visitar museos. Creo firmemente en
esta unión pedagógica:
escuela-museos. La educación formal y la no
formal son o deberían serlo,
aliados estratégicos”.
RESPIRAR DIFERENTE
Apasionada docente, señaló que “trabajar con la obra original, trabajar en
el museo, es respirar diferente. Observar la pincelada, la huella, el rastro
del artista, nos ubica y nos refleja. Pasados los años llegaron propuestas de trabajo en entidades educativas públicas y privadas, y un recorrido que ha ido mejorando año a año. Me preocupa la calidad, claridad y
contundencia de los contenidos”.
ENTENDER Y RECREAR CULTURAS
Disfruta la experiencia de trabajar en talleres de arte, y puntualizó que “el taller de arte no es un taller de
manualidades, no te imaginas las veces que lo digo. En el taller de arte
estudiamos a los artistas, sus vidas y obras, es un gran laboratorio de ideas,
de colores y de formas. Es un espacio para entender y recrear culturas. Creo
firmemente en esta metodología y la defiendo
enfáticamente. Nadie sale artista de mi
taller, salen personas más curiosas y
atentas”.
ARMAR Y DESARMAR
Agrega que cuando tomaron la decisión con su familia
de vivir en Minas, al inscribir a sus hijas en el Instituto Integral, porque su
madre es docente allí, ese mismo día le ofrecieron trabajo. El colegio carecía de educación en artes
visuales y aceptó inmediatamente. “Presenté un proyecto ‘Arte para armar y desarmar’, que nos llevó por la vida y
obra de Keith Haring, Piet Mondrian, Torres García, la cultura
egipcia, los impresionistas y el año pasado al gran
Picasso”.
¡AY PICASSO!
Y llegó Picasso a la vida de Montero y de los niños. “Pasamos por el hip hop, el jazz y el
flamenco en cada cierre. Fue una experiencia increíble, ¡te lo cuento y me emociono! Desde
jardinera a sexto recorrimos en un año -un año fue lo que nos llevó este artista-
la vida y la obra de este señor tan peculiar
que vivió tantas cosas y muchos años. Planifiqué estudiar a
Pablo porque venía su muestra al Uruguay, me parecía una oportunidad única y
necesaria. Todos mis grupos fueron a la muestra y me llena de alegría recordar la experiencia. En ese momento también estaba trabajando con los escolares del colegio Bilingüe, y aceptaron de muy buena manera la visita. Habíamos estudiado tanto ‘a Pablo Ruiz’, dijera Santino, un niño de jardinera,
que teníamos que hacer algo con lo que sabíamos y con los productos materiales que se produjeron en el proceso.
Fue así que se organizó la muestra en Casa de la Cultura con visitas guiadas por los propios
niños, a pesar de los inconvenientes que
tuvimos por ser ésta una institución muy mal gestionada, la experiencia resultó increíble. Verlos desplegarse por la sala
explicando las distintas relaciones expuestas, fue un gran momento mágico. Los niños aprenden con
ganas, divirtiéndose y manteniendo su óptica reflexionada”.
“EL ARTE ES VIDA”
Al consultarle cómo ve el arte en
general, Montero responde con una respuesta de una alumna: “Al finalizar el año, usualmente
realizo una evaluación escrita. Una
niña de 5º año, Romina, escribió: ‘Arte es una forma de describir la palabra vida’. No puedo agregar más nada, quizás por este motivo me encanta trabajar con niños. El arte es transformador. El arte es vida”.
ARTE COTIDIANO
Respecto al taller de Arte Cotidiano, señaló que “la idea radicaba en intentar llevar a los
objetos de la vida cotidiana un alto contenido estético. Muebles grandes fueron intervenidos en su totalidad, espacios que
se transformaban sólo con ellos,
pintados como murales. Luego comencé a pintar cosas
más pequeñas por que eran
más fáciles de
comercializar. No creo en la distancia -conveniente para algunos-, del mundo
terrenal y el de las bellas artes. El arte debe estar en función de la gente, debe hacernos pensar, reflexionar, pero también debe embellecer nuestra casa, nuestra ciudad, nuestra vida.
Trasladamos algunos diseños a distintos
soportes y fue así que estampamos
manteles, servilletas, almohadones, nos dedicamos un tiempo en una línea de juegos para niños con hamacas,
de todo tipo, casitas de muñecas,
estacionamientos, zancos, etcétera. Hablo en
plural, por que ya en este momento el taller había crecido
bastante y Horacio comenzó a trabajar
conmigo como diseñador. Todos los
diciembres exponíamos y vendíamos en la feria
nocturna más linda que es la de Ideas +, una
experiencia preciosa que nos hizo conocer mucha gente. El taller se asoció a Ruta 10 y viajó hasta París en un par de oportunidades, a la Foire de París un evento de modas importante. También desfilaron en
la Montevideo Fashion Week, las mismas carteras pintadas a mano, experiencia
esta que no fue muy grata (risas). De a poco uno va eligiendo qué hacer, dónde quedarse, en
qué hacer énfasis. Soy muy
afortunada en poder elegir y me siento muy agradecida por ello”.
MURALES
El surgimiento de la realización de murales
contó Montero que es “mezcla de mi tarea docente y artista. Pese a mis largas interrogantes
con respecto a sus sentidos, su uso y a pensarme como tal, comencé con los murales en las instituciones que trabajaba. Siempre con los
estudiantes, creo firmemente en la tarea de involucrar a la comunidad en el
hecho artístico. ¡Todos podemos
pintar! Pinté murales en la UTU de Solymar y de Atlántida, Colegio Salesiano de la
Costa, Colegio Santa Elena de Lagomar, y en Minas en Club Sparta, en el
Instituto Integral, en la Escuela 104, en la Escuela 63, fue muy lindo además de mural pintamos en el comedor las mesas y los bancos. Se transformó radicalmente el comedor y los niños almuerzan y
meriendan en un espacio transformado por ellos y para ellos y lo conservan muy
bien, muestran orgullosos su obra. ¡Me encanta! Esta
es la apropiación que me interesa. Este es el territorio
del arte que estoy encantada de transitar. Conmover para cohabitar mejor”.
OTRA EXPERIENCIA REMOVEDORA
Recuerda emocionada otra experiencia hermosa: “También diseñamos con los niños de la Escuela Especial 108 la escenografía para su festival de cierre, fue una experiencia removedora, mis prácticas fueron revisadas, adaptadas para este trabajo, mi experiencia
se enriqueció, fue muy difícil y por momentos triste, pero lo logramos y cuando un niño de aquellos pasa y me saluda con ese afecto único, me conmueve hasta el infinito”.
TRANSFORMAR EL ESPACIO
Su posicionamiento frente a la creación lo define así: “Me gusta pintar cuando puedo transformar
un espacio, influir en una comunidad, cambiar un punto de vista y hacerlo en compañía. Hay una pintura comunitaria que hoy está en el RAP de Minas, la doné luego de
pintarla en ‘Minas Muestra’ con todos los que quisieron participar. No me gusta firmar, es una
vieja costumbre, rara vez uso mi nombre. El cuadro que está en la RAP dice ‘Montero+comunidad’. Dudé horas antes de escribirlo, es algo para
pensar (risas). Aprovecho y me encantaría agradecerles a
Verito Suárez, Carmen Márquez, Sonia y Carlos Gasagoite, siempre presentes en estas aventuras
colectivas, a todos los niños del taller de
Amigos del Arte, y a mis queridas ‘Alucnas’ del taller de grandes, trabajadoras incansables. Pintar entre todos
tiene un efecto de consolidación grupal, genera
un gran compromiso y alivio. Pintamos juntos, por que el arte es para todos”.
UN INMENSO LEGADO
Agregó que “con respecto a
Amigos del arte, es una experiencia linda. La casa taller es un espacio
maravilloso en amplitud y posibilidades, las veteranas son muy trabajadoras y
me encantaría que fuera más fácil para ellas. Intentan llevar este legado
con firmeza, a veces se les complica.
Este año, si logramos abrir, mis talleres serán los sábados sólo para niños.
Para los adultos me gustaría implementar un
taller mensual de historia del arte, presentando y estudiando artistas, poder
organizar salidas a muestras y rodearnos de arte y más arte”.
¡OH EL COLOR!
El trabajo de Montero se basa en la solidez creativa al unir el dibujo
y el color. Al respecto la artista dijo que “no logro separar
el dibujo del color, son para mí algo
indisoluble. El color impregna, baña y recubre.
Normalmente uso paletas altas, vibrantes, el contraste de complementarios es mi
favorito, junto con los dameros en blanco y negro. Es una influencia directa de
uno de mis artistas favoritos, el austríaco
(Friedensreich) Hundertwasser, el del nombre inventado y fundamentalista de la
línea y el color. Una vez que llegó a mí vida transformó mi forma de producir, de ver y de enseñar. Busco la
geometría por comodidad y seguridad, la simetría y la sencillez de la forma me complace, se vuelve funcional en casi
todos mis diseños”.
PLUMA SINTÉTICA Y ASTUTA
Al preguntarle cómo fue la
experiencia de armar-editar el libro “Asoleao” de Juan Caraballo con Todeschini, con un dejo de tristeza Montero
dijo que “hace unas semanas se fue el gran Papusa.
Tuve la enorme fortuna de organizar junto con mi viejo y Horacio una muestra de
su obra gráfica. Fue un trabajo entre risas y más risas, divertido y arduo. Papusa fue un trabajador incansable, teníamos mucho material y muy desordenado. Fuimos construyendo un relato,
decidiendo qué mostrar. Luego vino el cómo y definitivamente un resumen impreso, que quedará para volver cada vez que tengamos mucha ganas de reírnos de nosotros mismos, gracias a su pluma sintética y astuta”.
“NO ALCANZA CON PINTAR LOS VIERNES, ESO NO
ES ARTE”.
Valió la pena escuchar a Montero, y para el
final la pregunta fue qué opinaba del
arte nacional contemporáneo. Dijo que
tengo la sensación “que siempre están los mismos dando la misma vuelta, en los mismos espacios
legitimadores de sus propias prácticas. Aunque
sin duda hay artistas muy geniales por fuera de estos circuitos, hay que salir
a buscarlos y acercarnos a sus vidas y a sus obras. Necesitamos aprender a ver,
sin discursos preparados, sacarnos el chip de no sé nada, sensibilizarnos con el medio. Los docentes debemos estudiar y
prepararnos. El arte es transformador sólo si lo hacemos
desde el conocimiento, la templanza y el amor. La educación formal incluye arte dentro de su currículum, el
inconveniente es la deficiente preparación de los
docentes, el concepto de arte que maneja cada uno, las cargas horarias, los
grupos multitudinarios, los materiales disponibles, los programas ambiciosos
pero desordenados, el desconocimiento de la disciplina, la soledad en la que se
trabaja. No alcanza con pintar los viernes, eso no es arte”.