El economista Ernesto Talvi, director
académico de Ceres, realizó el martes una charla organizada por el
Centro Comercial e Industrial de Lavalleja, en el Club Minas, en el
marco de un recorrido que durará dos años por todo el país,
fundamentalmente en el interior pero también en Montevideo, en un
ciclo llamado “Encuentros Ciudadanos. Por el Uruguay que soñamos”,
“porque los uruguayos nos hemos desacostumbrado un poquito a soñar
y a pensar que podemos ser un país mejor que el que tenemos”, dijo
al empezar la conferencia de prensa.
¿En qué podemos ser mejores?
En materia de educación, nuestra
propuesta apunta a tratar de recomponer el tejido social.
Lamentablemente la del Uruguay es una sociedad más próspera pero
también más fragmentada, más agresiva, más crispada y más
violenta, y todo eso se debe a que, lamentablemente, el tejido social
se ha ido descomponiendo. Tenemos que tratar de recomponerlo. Hemos
propuesto instalar 136 liceos públicos modelo, gestionados desde el
Plan Ceibal para atender a 50 mil chicos que están en situación de
vulnerabilidad -de primero a cuarto de liceo-, con un modelo y un
método de gestión completamente distinto al actual pero que ha
probado ser un éxito donde se aplicó. Podemos apuntar a sacar a
estos chicos de la marginalidad y que tengan un futuro digno, con
aspiraciones de tener posibilidades de emplearse en la economía
formal.
Por la falta de un proyecto para la
educación, se ha criticado mucho a los gobiernos del Frente Amplio
¿No saben qué hacer?
El gobierno de la educación lo tiene
la Administración Nacional de la Enseñanza Pública (ANEP), pero
así como en su momento el actual presidente (Tabaré) Vázquez,
durante su primera gestión, lanzó el Plan Ceibal, un plan que no
fue solo repartir laptops para los chicos, sino aplicar tecnología
de avanzada para tratar de mejorar aspectos pedagógicos,
perfectamente podría plantearse la posibilidad de lanzar una
iniciativa de este tipo, con 136 liceos públicos modelo, gestionados
desde el Plan Ceibal, porque la ANEP no tiene las flexibilidad
jurídica ni organizacional como para gestionar instituciones en
contextos vulnerables, que requieren de una gestión sumamente
compleja y de muchísima flexibilidad. Así que perfectamente podría
ser una iniciativa que el gobierno llevase adelante, aunque en estas
cosas siempre es deseable que haya acuerdos de Estado y que se
incluya también a los partidos de oposición, porque son proyectos
de alta envergadura.
¿Cómo se entiende que se hable de
desaceleración, de crisis, y el país reciba la mayor inversión de
su historia, como sería la instalación de una nueva planta de UPM?
Son dos cosas distintas. Estamos en
dificultades, no en crisis, porque hay alto desempleo, gente que está
buscando trabajo y no encuentra. La inflación está golpeando el
poder adquisitivo de los salarios, porque algunos sectores están
siendo vapuleados -en el sector agropecuario, como los lácteos o el
arroz; o la construcción y el comercio-, pero no estamos ni cerca de
la posibilidad de una crisis, que es otra cosa, extraordinariamente
más grave. Eso no quiere decir que los uruguayos no estemos viviendo
con angustia estas dificultades. Normalmente en estos períodos a
veces aparece alguna inversión que aprovecha de una circunstancia
compleja del país, para poder adquirir activos a precios más
convenientes que en pleno boom, y con gobiernos más predispuestos a
tratar de dar facilidades y acelerar plazos, para que estas
inversiones vengan para tratar de reactivar la economía. Es una
buena cosa que esto haya ocurrido y es una oportunidad que se le
presenta al país para poder darle un empujoncito a una economía que
está pasando por momentos de dificultad.
¿Si le digo Mercosur?
Disfuncional, pero como un matrimonio
disfuncional, no es fácil de romper, especialmente si hay hijos. Es
un matrimonio en el que estamos, no vamos a poder salir de él, es
una cuestión de sentido común. Uno no le puede decir a un productor
lácteo que coloca un porcentaje muy alto de su producción en
Venezuela y Brasil, que de golpe y porrazo va a perder acceso
preferencial a esos mercados. Tenemos que manejar con inteligencia,
es nuestro posicionamiento internacional. En primer lugar porque en
Brasil las cosas están cambiando, no por el cambio de gobierno,
porque esto viene desde hace tres o cuatro años, y Brasil ahora está
en una actitud mucho más aperturista e integracionista que en la que
estaba hace unos años, porque el sector privado se ha dado cuenta
que por el camino que va, se va a quedar aislado.
¿Cómo debe actuar Uruguay?
El Uruguay se tiene que manejar con
inteligencia, liderar este proceso en el cual el Mercosur debe
insertarse a los grandes centros de consumo mundial, y creo que el
paso que se ha dado en buscar un acuerdo con Chile, como forma de ir
ensayando y entrenando nuestras destrezas para hacer acuerdos
comerciales complejos, es un paso en la buena dirección. No va a ser
algo que va a ocurrir hoy, ni mañana, pero creo que nuestro destino
está atado a la posibilidad de expandir nuestros mercados, colocar
nuestra producción y generar inversión y empleo.
¿Venezuela en el Mercosur?
Venezuela resta desde un punto de vista
político. Cuando uno va al supermercado o a la ferretería no
pregunta cuál es el pedigrí de buena conducta. Va y compra lo que
necesita. Entonces, mezclar lo comercial y lo político siempre me
pareció una mala idea. Las violaciones a los Derechos Humanos que
hay claramente en Venezuela, los presos políticos que hay, la falta
de respeto a la voluntad ciudadana por desconocimiento flagrante
hacia el Parlamento electo, y ahora con la purga que ha comenzado con
la gente que ha firmado el revocatorio contra el presidente (Nicolás)
Maduro, son enormemente censurables, pero los espacios de censura
deben ser aquellos en donde se maneja la cuestión política: la
Organización de Estados Americanos, quizá Unasur. Creo que los
espacios comerciales deben ser para eso: para comprar y vender sin
que las cuestiones políticas se mezclen demasiado con las
comerciales.
Si usted fuera ministro de Economía
y Finanzas de Uruguay en este momento, ¿qué medidas tomaría en el
contexto actual?
Propusimos tres medidas muy claras.
Recordemos que este gobierno hereda una situación de desequilibrio
fiscal enorme y empresas públicas desfinanciadas, es la primera vez
que ocurre desde el restablecimiento democrático. En el gobierno
anterior se desfinanció por completo a las empresas del Estado. Si
esa situación de desequilibrio de 2 mil millones de dólares por
año, si gastamos más de lo que nos ingresa en el sector público,
se mantiene, Uruguay corre el riesgo de perder el buen crédito
internacional, un lujo que no nos podemos dar. Claramente el gobierno
tenía que hacer algo y lo que hizo fue subir impuestos, tarifas
públicas, justo en momentos en que familias y empresas están en
dificultades, y bajar gastos de inversión en empresas públicas y en
infraestructura, justo cuando la economía precisa recuperar empleos,
los 30 mil y pico que se perdieron en la industria de la
construcción. Tenemos claro que no había más remedio que ajustar
las cuentas fiscales porque llegaron desajustadas, y lo que
propusimos fue hacerlo por la vía del gasto, con propuestas
concretas. Primero, no reponer vacantes. Durante el gobierno anterior
entraron 44 mil funcionarios públicos a la administración, 24
funcionarios por día, de lunes a domingos. No reponer vacantes
implica que entre los que se retiran y fallecen, sin despedir a
nadie, sin bajarle el sueldo a nadie, se reducen 8 mil vacantes por
año. En 6 años queda resuelto el exceso que se cometió en los 5
anteriores.
Propusimos una forma muy simple de
profesionalizar la gestión de las empresas del estado a través de
una comisión pluripartidaria, con representación de los cuatro
partidos que le eleven al presidente una lista de candidatos idóneos,
sean estos políticos, técnicos, académicos o empresarios en la
gestión de organizaciones complejas como lo son las del estado, para
despolitizar y profesionalizar la gestión de las empresas. El
presidente lo único que tendría que hacer recibida esta lista, es
elevar al Parlamento los nombres para pedir la venia y nada más.
Entendemos que se podría estar ahorrando con la no provisión de
vacantes unos 600 millones de dólares y profesionalizando la gestión
de las empresas públicas entre 600 y 1.000 millones de dólares por
año. Solo estas dos medidas hubieran hecho absolutamente innecesario
subir impuestos y tarifas en un contexto en que las familias y las
empresas están pasando por dificultades.
Además estamos proponiendo un shock de
infraestructura. El país necesita reconstruir su infraestructura,
nadie nos va a prestar plata ahora para hacerlo y hay que ser lo
suficientemente inteligentes -austeridad inteligente le llamamos-
para armar paquetes de infraestructura que se paguen solos, que
aunque impliquen una erogación en un momento dado, el flujo de
recursos que genera a futuro supera la erogación inicial. Y ese
paquete se puede financiar con dinero de los bancos de desarrollo,
como el Banco Interamericano de Desarrollo o el Banco de Desarrollo
de América Latina, que están justamente para eso, para hacer
préstamos de desarrollo que sean rentables, productiva y socialmente
para el país y que no queden computados como déficit fiscal.
Medidas para enmendar errores que se
cometieron en el pasado en materia de un ingreso desmedido de
funcionarios en la administración y un manejo muy precario de las
empresas del Estado, y una actitud proactiva de invertir en
infraestructura en momentos en que es necesario recomponer el empleo
de los miles que han quedado cesantes en la industria de la
construcción.
¿Cómo es el ida y vuelta para
usted en estas visitas al interior, cuando el centralismo
montevideano siempre se apodera de las decisiones y las evaluaciones?
Es muy lindo reencontrarse con la
laboriosidad, el espíritu emprendedor, y el sentido de comunidad que
uno encuentra en el interior del país, que lamentablemente en
Montevideo se perdió. Lo otro, que el ciudadano común y corriente,
el que está ocupado en sus quehaceres, porque no todos podemos estar
ocupados de las políticas de gobierno o de estado, está mucho más
permeable a escuchar nuevas propuestas, a ilusionarse con un camino
distinto que lo que están las élites. Eso es algo que nos anima a
seguir con esto porque finalmente de esto se trata con “Encuentros
Ciudadanos”, de generar una conciencia ciudadana para que
finalmente seamos los ciudadanos los que exijamos a nuestro liderazgo
político que queremos estos cambios, estos que vamos a proponer
nosotros o alguna variante mejor, porque no pretendemos ser los
únicos que tenemos propuestas y ni siquiera tener las mejores, pero
por lo menos son ideas serias, trabajadas, analizadas, que han
probado ser exitosas en otras partes y que estamos planteando a todos
ustedes para que las consideren como una posibilidad para cambiarle
un poco el paso el país y que todos nos ilusionemos con un futuro
mejor.
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