El miércoles 17 de agosto, en la
sesión de la Cámara de Diputados, el representante nacional por
Lavalleja, por el Frente Amplio, Javier Umpiérrez, realizó en
Previos una exposición, en la que expresó:
“Señor presidente: tiempo atrás, el
compañero y coterráneo, contador Daniel Tais, me obsequió uno de
sus libros, cuyo título es El Teatro Escudero (Para que no me
olvides). En esa obra el autor, entre otros relatos, hace una reseña
de los teatros del Uruguay y, obviamente, del ex Teatro Escudero,
construido en 1880, en la ciudad de Minas, originalmente llamado
Teatro Unión.
El trabajo pretende dar una idea de las
características arquitectónicas del Teatro Escudero, recordar a
algunos artistas famosos que allí actuaron y comentar los
principales acontecimientos históricos que ocurrieron en aquellos
momentos, porque la verdadera forma de saber cómo es la ciudad donde
se vive consiste en descubrir la historia que en ella se oculta, y
nos ha quedado la sensación de que existe un poder no tangible que
se encarga de secuestrar y esconder del conocimiento de los minuanos
cosas que son tremendamente importantes en la formación de la
identidad. Por eso se vuelve imprescindible cultivar las raíces que
tanto necesitan las sociedades para identificarse.
En uno de los relatos de este libro,
que tituló "La infamia", se refiere a la figura de Julio
César Grauert, político uruguayo nacido en 1902, y a su
participación en un acto público, el último antes de su muerte, en
el Teatro Escudero, en el año 1933, en plena dictadura de (Gabriel)
Terra.
Cuenta el profesor Miguel Lagrotta: "A
fines de octubre de 1933, bajo la dictadura de Terra, con motivo del
cuarto aniversario de la muerte de Batlle y Ordóñez, se realizaron
una serie de actos locales cerrados que contaban con autorización
policial. El 23 de octubre se realizó un acto en el Teatro Escudero
de la ciudad de Minas, siendo los oradores María Inés Navarra,
Federico Capurro Calamet, Julio César Grauert, Pablo Minelli, Juan
F. Guichón, Carlos Massiotti y Aldo Ciasullo. La sala desbordó de
público y fueron colocados parlantes en la calle, en las esquinas
del teatro; fue un pronunciamiento de los batllistas contra la
dictadura de Terra donde hubo discursos muy combativos. Después del
acto, trascendió que se había librado una orden de arresto contra
Grauert, Minelli y Guichón, por parte del Jefe de Policía de
Lavalleja, Sr. Bonino, por considerar que los discursos de aquellos
incitaban a la violencia contra el gobierno, contraviniendo las
disposiciones vigentes. Los oradores se habían trasladado a un café
de la localidad, acompañados de numerosas personas y allí la
policía les comunicó que deberían presentarse como detenidos en la
comisaría local, a lo cual Minelli les respondió que no iban a
acatar esa orden de arresto.
Finalmente la policía de Minas
desistió de arrestarlos allí mediante el uso de la fuerza y,
siguiendo órdenes superiores, se limitó a escoltar la caravana de
vehículos que partió de regreso a Montevideo con los oradores y
acompañantes residentes en la capital. Eran cinco automóviles entre
los cuales estaba el coche de Minelli donde viajaba este junto a
Grauert y Guichón.
El viaje de regreso fue muy
accidentado, ya que fueron detenidos varias veces por destacamentos
armados: primero al salir de Lavalleja y más adelante, en Solís,
por el comisario de esa localidad que quiso practicar allí mismo el
arresto; hubo nuevos cabildeos en los que se manejó la posibilidad
de que se presentarían ante las autoridades correspondientes una vez
que llegaran a Montevideo. Pudieron seguir la marcha hasta que
llegaron a las proximidades de Pando donde se produjeron hechos que
desencadenaron la muerte de Grauert dos días después […] con solo
30 años de edad".
Señaló Umpiérrez en la Cámara:
“Entendemos importante que en el ex Teatro Escudero, en la ciudad
de Minas, donde hoy funciona un local bailable, podamos recordar este
hecho histórico mediante una placa que lo rememore y que sea la
Junta Departamental de Lavalleja la que tome este asunto y lo
resuelva. Es necesario recordar el crimen de un gobierno dictatorial
y que el momento histórico sea resaltado.
Evocar una figura más allá de los
partidos necesariamente lleva a plantearnos un alto en nuestro camino
para reflexionar. También nos impulsa a ver cómo muchas veces la
técnica del silencio sistemático hace desaparecer a una figura del
debate diario y la coloca en una especie de tumba del olvido;
lamentablemente, los uruguayos somos expertos en esto. Ante el gran
olvido uno se encuentra con que no sabe por dónde comenzar porque,
en realidad, quiere despojarse de la indignación, aunque
inmediatamente se dé cuenta de que no es otra cosa más que la muy
humana rebeldía ante la injusticia, esa sana rebeldía que nos
dignifica.
Solicito que la versión taquigráfica
de mis palabras se envíe a la Junta Departamental de Lavalleja y a
los medios del departamento”.
Seguidamente se pasó a votar, por
orden del presidente de la Cámara de Diputados, Gerardo Amarilla.
Una vez votado se proclamó afirmativo, por cincuenta y ocho votos en
cincuenta y nueve diputados.
Nota de Redacción: Julio César Grauert era una de las
figuras más promisorias del Partido Colorado al momento de ser
asesinado. Fue el primer legislador y periodista asesinado por una
dictadura en el país. Como estudiante terciario fue cofundador de la
Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU).
Grauert fue herido de bala en el ataque
policial, pero no murió allí. Fue llevado a un calabozo, y se le
negó asistencia médica. Falleció tres días después, desangrado y
con una gangrena gaseosa.
Unas 30 mil personas participaron de su
sepelio, y muchas de ellas se enfrentaron a la Policía terrista, que
reprimió la marcha. El féretro, llevado en hombros, llegó
destrozado al cementerio. Su asesinato marcó a fuego a la dictadura
terrista.
1 comentarios :
Coincido y apoyo la iniciativa de Umpierrez. Julio Cesar Grauert es un limpio y ejemplar mártir de la democracia uruguaya.
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