Veterinaria La Sierra (Sarandí 556, casi 18 de Julio) cumple
25 años, y Primera Página
conversó con su propietario, el doctor veterinario Pablo Mazzoni
Morosoli, quien recordó que los 25 años se cumplieron el 1º de
julio. “Fue un
proyecto que comenzó con un compañero de Facultad de Veterinaria,
Alex Robaina, con el que nos recibimos juntos, era de Aiguá, y
estuvo un año acá. Era
funcionario del Palacio Legislativo y se le hacía difícil, y al año
quedé solo. Igual lo llamo cada 1º de julio por la veterinaria, y
cada 5 de febrero porque fue el día que nos recibimos”.
Estos 25 años son
tiempos de muchas transformaciones, en lo que es avances y
prioridades en la medicina veterinaria.
El avance que ha
tenido la medicina veterinaria en pequeños animales, o de compañía,
es de un 500% en los últimos 10 años. El mundo se despertó al
haber descubierto un mercado importantísimo, y que las mascotas no
eran aquellas que estaban atadas en el fondo y se soltaban de noche
para que hicieran un servicio 222 de vigilancia, pasaron a ser
“parte de”, en una sociedad muy cambiante, y que muchas veces se
encuentra muy sola, la interrelación humana se hace difícil, y los
animales van ocupando un rol muy importante en estos últimos 15
años. Antes, ¿quién iba a pensar en ecografías, tomografías,
resonancia magnética y otra cantidad de cosas a animales? Hoy son
una realidad en Uruguay.
Las mascotas son parte
de la familia…
Sí, sí, y hay mayor
conciencia. Hay una Ley de Tenencia Responsable del 2009, que se
terminó de reglamentar en el 2014, y que debería estar en
funcionamiento, pero no lo está. Es una ley muy completa, porque lo
que había antes atendía más la parte de zoonosis e hidatidosis, y
se creaban algunas leyes salteadas y esparcidas que hacían
referencia a la convivencia con animales domésticos, pequeños, o
mascotas, pero no había nada tan firme y concreto como esta Ley de
Tenencia Responsable. Está legislado, reglamentado, pero como todas
las cosas del estado -no solo de este gobierno, sino de anteriores-,
no se las dota de recursos humanos y económicos. Ya debería estar
instalada en cada departamento una Comisión Honoraria de Bienestar
Animal, lo reclamé desde la Junta hace unas semanas.
¿Hace 25 años, el
encare de la veterinaria La Sierra fue distinto a lo que es hoy?
Por supuesto.
Pensamos en el
sector agropecuario, Robaina tenía una clara inclinación a la
atención de vacunos y lanares, pero eran momentos de bajos precios
en las haciendas, el uso del veterinario no era tan responsable como
lo es hoy, no había tanto trámite, certificación e inspección,
para garantizar sanidad y calidad. Y vimos que teníamos que pensar
en otras opciones, y se empezó a dar la atención de las mascotas.
No fuimos pioneros, hubo dos experiencias anteriores en mutualismo de
pequeños animales, que fueron cortas, la nuestra se transformó en
una larga experiencia.
Instalar el servicio
mutual para animales, ¿fue complicado?
Sí, fue complicado
llegarle a la gente, que entendiera que podía hacer lo mismo que la
medicina privada en humanos, que pagando
una cuota tenía derecho a determinadas cosas, y fuimos entrando en
el mercado. Hoy
hay varias clínicas veterinarias en Minas con este sistema, y
mercado hay porque seguimos creciendo.
Ustedes ofrecen una
variedad de servicios.
Nuestro servicio principal
es la atención clínica las 24 horas los 365 días del año,
cubriendo toda urgencia y emergencia. Tenemos servicios de cirugía
-salvo las altamente especializadas que son derivadas a Montevideo
por convenio que tenemos con especialistas o a la Facultad de
Veterinaria-, tenemos servicio de internación de mascotas, y un
servicio de peluquería y baños. No hemos querido incorporar
imagenología -ecografía y radiografía- porque ya hay dos colegas
que tiene esos equipos en Minas, y nos parece que el mercado no
amerita una inversión tan alta cuando no hay retorno. Tenemos
convenios y muy buena relación con esos colegas que sí los tienen,
y derivamos a ellos y cubrimos ese servicio. Hay un incipiente inicio
de un laboratorio, pero tenemos convenio para exámenes en Montevideo
con laboratorios veterinarios y la Facultad de Veterinaria.
También tienen venta
de comida y accesorios para mascotas.
Sí, no sé si se le
puede llamar pet-shop,
pero sí hay de todo, desde alimentación, juguetes, capas, camas, un
montón de accesorios
que el público pide.
¿Cuánta gente trabaja
en la Veterinaria Las Sierras?
Somos cinco
personas. Me
incluyo aunque trabajo poco, más que nada hago cirugía. Hay dos
estudiantes avanzadas de veterinaria que le quedan un par de exámenes
para recibirse, Eugenia Olazábal Álvarez y mi hija Clara Mazzoni
Bentos. Ellas le
han dado una nueva y gran pujanza a la veterinaria, lo perciben
cuando entran a la veterinaria, mayor orden, más mercadería, más
buen gusto, mejor presentado todo, yo no lo tenía así. Se va con el
paso del tiempo sufriendo un desgaste importante, se siente el
cansancio y bueno, hay que dar paso a la savia
nueva. La recepción del público demuestra una gran aceptación por
estas casi nuevas
profesionales, y yo en la dirección técnica estoy todos los días,
hay experiencia y estoy trabajando. No llevo una estadística
técnica, pero sí lo veo, que la sobrevida de nuestros pacientes que
ingresan con patologías es bastante mayor que cuando estaba solo.
Ellas introducen nuevas tecnologías, están en todo, y a veces uno
no tiene tanto tiempo para aggiornarse, aunque hacemos reuniones
bimensuales con otros colegas para hacer actualizaciones concretas.
El trabajo de ellas me llena de orgullo y me da la certeza de que
puedo ir retirándome despacito, para cuando cumpla 30 años la
veterinaria, y ya tenga mis 60 años, y a los 30 años de aportes
pase a la clase pasiva.
Por los 25 años, se
están haciendo sorteos.
Sí, los martes de
julio se sortean
entre los socios de la mutualista productos de uso de los animales. Y
vamos a realizar un pequeño brindis con los comerciantes del barrio,
porque el 1º de julio de 1991, en esta cuadra había muy pocos
comercios. Invité
al panadero Rodríguez, el padre del Chulo, a Artigas Ramírez padre,
al Yoyo Somma que tenía la farmacia en la esquina, invité a los dos
colegas más viejos en ese momento, que eran Aldo Pérez Riera y
Ismael Alzugaray. Vamos
a reeditar ese brindis, invitando a los comercios del barrio que hay
hoy, lamentablemente todos los que nombré a excepción de Alzugaray
son fallecidos. Vamos a hacer algo para festejar.
Cambiando de tema. Hay
mucho perro, mucho gato en situación de calle ¿No se puede
controlar más?
En Uruguay se estima
por la Comisión de Zoonosis que hay 1.400.000 perros y por ahí unos
600.000 gatos -no hay controles de los gatos-, es una masa importante
de animales. Ese número, llevado a la mitad, es igual un alto número
de consumidores de raciones modernas, ya no las sobras de la casa, y
eso es llevado a lo que es el mercado de estas raciones, es una
industria que realmente mueve mucho dinero, y por otro lado en
medicina, y otros rubros como paseadores de perros, los accesorios,
generan trabajo y un movimiento económico muy importantes. Y el que
no piensa mucho en la importancia de todo ese movimiento es el
ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Tabaré Aguerre,
porque la Comisión Nacional de Bienestar Animal pasó de la órbita
del Ministerio de Educación y Cultura al MGAP, lo que me parece una
buena medida. Lo
que no estoy de acuerdo es que nuestro ministro, lo primero que dijo
es que a él ‘le
vale más una oveja que un perro’. Esto
demuestra que le falta información de lo que es el mercado, y
demuestra la formación como ingeniero agrónomo, que no la discuto,
pero es una formación hacia lo productivo, que no es lo mismo que la
parte sentimental que implican las mascotas. Esas primeras
expresiones del ministro me preocuparon, porque si ese ministerio
tiene que dotar de recursos humanos y económicos a la Comisión
Honoraria de Bienestar Animal para que funcione, va a ser difícil si
no presionamos, en el buen sentido de la palabra, desde la Sociedad
de Medicina
Veterinaria y las
sociedades protectoras de animales.
Si habrá
historias a lo largo de estos 25
años...
Muchas, pero algunas
como la de la iguana de Guillermo (García Huerta) son inolvidables.
Cayó con un
bicho parado en el hombro, y decíamos
“¿qué miércoles es,
un lagarto?” Era una iguana, Guille había
notado que se le había hinchado su abdomen de forma
desproporcionada, no tenía la más mínima idea de lo que tenía, le
revisé y sin esa más mínima idea se fue para atrás, y días
después me llegó la noticia que había desovado más de 20 huevos.
Con José de los Santos también tuvimos una historia, trajo una
gata, la castramos y siempre dejo aparte los ovarios y se los muestro
al propietario, certificando que hice mi trabajo como correspondía,
pero esta gata cada 3 o 4 meses hace ciclo parecidos al celo, pero no
queda preñada, pero lo que José quería sacarse de arriba eran el
escándalo de los gatos en celo, y no se los pudo sacar. Pasa esto
porque en la cirugía queda un muñón ovárico, que pueden producir
celo pero no quedan preñadas, o quistes en los cuernos uterinos que
produce hormonas para que entre en celo, me ha pasado en gatas y
perras. Otro que nos sorprendía siempre era un ciudadano alemán,
que vino de Ecuador y se instaló en Minas, y trajo una cantidad de
monos chiquitos, y trajo a la veterinaria una monita que
se llamaba Anita. Fue
una experiencia novedosa y difícil, porque metía mano y diente, y
era imposible mantenerla quieta, medicarla de forma oral no aceptaba,
y había que darle inyectables. Teníamos
cada guerras con Anita, éramos el alemán y un lote agarrando de
cada pata a Anita, y más de un mordiscón nos llevamos. Si habrá
historias en 25 años.
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