En la última sesión de
la Junta, se aprobó la propuesta realizada por el edil Pablo Mazzoni
-Marcha Frenteamplista, Frente Amplio- de acompañar la iniciativa
del diputado Dari Mendiondo para denominar “Maestro Olegario
Villalba” a la Escuela Nº 97 de Villa Serrana, y pidió que se
eleve al legislador autor de la propuesta, al Ministerio de Educación
y Cultura, a Enseñanza Primaria, al Parlamento Nacional -Presidencia
de Diputados y Senadores- y “solicitar a nuestro ejecutivo comunal
acompañar dicha iniciativa de ser aprobada en esta sesión”. Se
aprobó por 20 votos en 27 ediles.
MAESTRO
El diputado Dari
Mendiondo, en la Cámara de Diputados, recordó al maestro, artista
plástico y hombre de la cultura Olegario “Teté” Villalba,
(Minas, 5 de noviembre de 1922 – Montevideo 20 de agosto del 2001).
Expresó que “la escuela pública tiene en la nómina de sus
educadores al maestro Olegario Villalba, quien para sus amigos de
Minas, era simplemente Teté. Este hombre por sus vínculos laborales
y culturales trascendió en el tiempo, y nos acerca a lo más
importante de la historia: la memoria. No hay memoria sin historia, y
no hay historia sin memoria. Teté es recordado por los aportes que
hizo a la enseñanza, así como por su trayectoria magisterial, y sus
convicciones democráticas, por las cuales fue duramente perseguido
en los años de dictadura”.
PINTOR
Villalba encontró en el
Taller “Joaquín Torres García” de “Amigos del Arte” el
lugar propicio donde canalizar su sensibilidad por la pintura. A
partir de 1946 sus creaciones fueron premiadas en importantes
concursos. Entre 1948 y 1992 sus obras participaron de las más
variadas exposiciones, tanto en Uruguay como en el exterior. Desde
1980, las obras de Villalba figuran en colecciones en Nueva Zelanda,
Estados Unidos e Italia, entre otros. Participó en 1980 en la
exposición colectiva “Hijos y Padres en el Arte”, organizada por
OEA Montevideo. En 1982 participó en el Anuario Latinoamericano de
Artes Plásticas editado en Buenos Aires.
Entre sus premios, obtuvo
el Banco Uruguayo en 1946 por su obra “Paisaje Mariscala”, y, ese
mismo año, el Premio Onda, por “Naturaleza”. En 1947 obtuvo el
primer y el tercer premio en concurso convocado por el Liceo
Departamental de Lavalleja. En 1979 el Premio Banco República y en
1982 fue reconocido con Mención Honorífica por su obra “Otoñal”,
en el IV Salón del Interior de Rocha, por citar solo algunos
reconocimientos a sus obras.
FAMILIA
Villalba se casó con
Blanca Quintero, “su compañera de ruta, la persona que lo apuntaló
en todo momento, fundamentalmente en los más difíciles”. El
matrimonio Villalba-Quintero tuvo tres hijos: Armando -artesano
industrial-, Miguel -pintor, plástico- y Alejandro -arquitecto-.
MAESTRO
Se graduó como maestro en
1945, casi al final de la Segunda Guerra Mundial; abrazó la vocación
docente, asumiendo con encomiable dedicación el compromiso de formar
a las nuevas generaciones. En marzo de 1944 comienza su magisterio en
la escuela de Rincón de Mariscala, entre 1947 y 1948 asume un
interinato en la Escuela de Práctica Nº 1 José Gervasio Artigas, y
en marzo de 1949 ejerce en la Escuela de Batlle y Ordóñez-Nico
Pérez. A principios de 1950 llega a la Escuela de Villa Serrana, y
en marzo de 1951 asume en la Escuela Rural Nº 50 en paraje de El
Plata, en la cual estuvo 15 años. A ella concurrieron sus tres hijos
y en ella su esposa brindó clases de manualidades y trabajó como
modista. Villalba también fomentó en esta escuela -que llegó a
contar con su propia granja- la práctica del deporte, como
recreación y contribuyendo al desarrollo integral de sus alumnos, e
impulsó la creación del periódico escolar “El Hornero”.
En 1963, ingresó,
concursó a Secundaria como profesor de Dibujo, ejerciendo la
actividad en el Instituto Eduardo Fabini.
DESTITUIDO
Lamentablemente en 1976
fue destituido por la dictadura cívico-militar instalada en el país.
Pero Villalba encontró refugio en el arte, impartiendo clases de
dibujo y pintura, y realizando una exposición individual en Minas.
Restablecida la democracia, se jubiló y se radicó en Montevideo,
donde continuó pintando. Al momento de su fallecimiento, Villalba ya
formaba parte del selecto grupo de grandes pintores nacionales,
dejando, además, una huella imperecedera en varias generaciones a
las que formó desde la causa abrazada con la vocación más pura.
“En definitiva,
nadie podrá ‘destituir’ aquellos gratos recuerdos generados por
un maestro humanitario, que trascendió ampliamente la letra fría de
cualquier programa de estudios, inculcando en sus alumnos valores
positivos que contribuyeron a su desarrollo como seres humanos.
Cabe reflexionar si en
nuestro medio, su actuación ha sido valorada en su justa medida o
si, por el contrario, ha ocurrido como con tantos otros hombres y
mujeres que, habiendo nacido aquí, no llegaron a ser profetas en su
propia tierra”, expresa una nota de Semanario Arequita.
Primera Página
agradece el invalorable aporte de Semanario
Arequita, para recordar a Olegario
Villalba.
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