En el camino que va desde la Ruta 12 a
la entrada del Parque de UTE-Antel, aproximadamente una cuadra antes
de llegar a la entrada del parque, se puede divisar a mano izquierda,
al lado del camino, un vistoso puesto de venta, hecho de madera. Y
todo lo que se ve en el puesto, dentro y también afuera si el clima
lo permite, son exquisitos muebles y artesanías en madera y hierro,
de estilo rústico. Mesas, bancos, espejos y muchas cosas más,
realizados con buen gusto y calidad.
ÑANDEREKÓ
Se trata del Taller Ñanderekó, un
nombre guaraní que significa “nuestras cosas” o “nuestra
casa”.
Su responsable, Alejandro Santos Küh,
dijo a Primera Página
que hace tres años que está allí. Él mismo construyó el puesto
de venta y también la casa y al taller -de madera, claro- que están
detrás. Alejandro, de 41 años de edad, comenzó a trabajar como
carpintero a los 16 años, y al mismo tiempo a estudiar carpintería
en la UTU, en su pueblo natal, Young. Y trabajó en el oficio desde
entonces, en los primeros años con las técnicas y muebles más
tradicionales, y más tarde haciendo muebles rústicos. En realidad,
Alejandro comenzó a trabajar a los 12 años, ayudando a su padre,
que se ganaba la vida como pintor, generalmente en estancias de la
zona de Young. El curso de carpintería era de dos años, y le dio
“un oficio que te acompaña toda la vida”.
Ahora, en Minas, normalmente recorre remates y otros lugares buscando
maderas viejas, y tiene también conocidos que le proveen por ejemplo
de viejos piques de alambrados, que él transforma en muebles,
artesanías y adornos, o de viejas herramientas o trozos de metal,
que también usa en su trabajo.
LA CRISIS DEL 2002
La crisis económica del año 2002 lo expulsó de su pueblo y del
Uruguay. A los 27 años se fue a Luque (Paraguay), donde vivía un
primo suyo. Allí, además de trabajar, se involucró en temas
indigenistas, y se fue a vivir a una comunidad indígena en el norte
argentino. Vivió con ellos por tres años, en esa zona y también en
Bolivia y Paraguay. Su vida en una comunidad indígena lo influenció
artísticamente, claro, pero sobre todo con su cosmovisión acerca de
la vida y el trabajo. Con lo que hace, viviendo en una humilde casa
de madera que él mismo construyó, “no voy a ser multimillonario,
pero podré vivir tranquilo, con sobriedad”, cuenta. Al volver al
Uruguay, entre otras cosas hizo un curso de “diseño indígena”
en la Universidad de la Empresa, en Montevideo.
Su compañera de vida era también uruguaya, de Rio Branco, y cuando
surgió la posibilidad de volver al Uruguay eligieron vivir en Minas,
estratégicamente ubicada, a relativa poca distancia de la costa
atlántica, la frontera con Brasil y la capital del país. En primera
instancia alquilaron una vivienda en Minas, y a los años pudieron
encontrar lo que buscaban, un terreno barato cerca del Parque de
UTE-Antel, de menos de 600 metros cuadrados.
En su taller, Alejandro tiene algunas máquinas, “por la dureza de
algunas maderas”, pero igualmente buena parte de su trabajo se hace
con las manos y herramientas simples.
DESDE UCRANIA
El apellido Küh es alemán. Su abuelo llegó al Uruguay desde
Europa, en el año 1928. Vivía en una colonia alemana en Ucrania, y
buscó un mejor futuro en América, cuando tantos europeos viajaron a
nuestro continente en busca de una vida mejor. Y buena parte de ellos
lo encontró.
Alejandro vive sólo, desde que se separó de su compañera.
Acostumbra viajar a Minas todos los lunes, a jugar al fútbol con
amigos, en Las Delicias. Su casa no cuenta con agua propia. Junta
agua de la lluvia, y un vecino le da de su pozo para beber. El agua
suele estar en esta zona a cierta profundidad, y cada metro de
perforación para tener un pozo propio, cuesta mucho dinero.
“A veces estoy quince días sin ir a Minas”, cuenta Alejandro. No
obstante, el aparente aislamiento no conspira en contra de las
ventas: un familia de turistas detiene su automóvil en el camino, y
hace algunas compras, unos hermosos adornos de madera y hierro. El
jefe de familia le pregunta a Alejandro cómo podría hacer entrar en
su automóvil un hermoso banco de considerables dimensiones, si
decidiera comprarlo. “No hay problema”, responde Alejandro. Ya
tiene organizado un sistema de fletes, muy barato, para llevar
muebles hasta Montevideo o zonas cercanas.
Las artesanías y muebles en madera y hierro que Taller Ñanderekó
ofrece, son hermosas. Es posible encontrar artículos de este tipo en
algunos pocos y exclusivos lugares de Montevideo, o de Colonia o
Punta del Este, pero al doble, triple o cuádruple del valor que
tienen aquí, cerca de Minas.
Así que si desea admirar y quizá comprar a un precio módico unos
muebles maravillosos, alcanza con un corto viaje. Y si no desea
comprar nada, igual vale la pena hacer el viaje para deleitarse con
la belleza del trabajo de Alejandro.
Nota de redacción: es posible
comunicarse con el taller y con Alejandro llamando al teléfono
098/861283, o escribiendo a la dirección de correo electrónico
rusticosnandereko@gmail.com. Además se pueden ver fotografías de
los trabajos que realiza el taller en el sitio de internet
www.nandereko.com.uy, o visitando la página de Facebook
taller.nandereko.
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