Brindamos hoy a nuestros lectores la
tercera y última parte de la conferencia del jurista y diplomático
chileno Eduardo Contreras Mella, uno de los defensores de los
Derechos Humanos más conocidos y reconocidos de América Latina, y
hasta hace unos tres meses embajador de Chile en Uruguay, realizada
en la sede del Mercosur en Montevideo hace unas semanas. Contreras
Mella formó parte del primer equipo de abogados que presentó en
Chile una querella -una denuncia judicial- por violación de los
Derechos Humanos en contra del mismísimo Pinochet, en el año 1998,
cuando este aún vivía y detentaba aún un enorme poder. Contreras
es también abogado querellante en el proceso que desde 2012
investiga la muerte del poeta Pablo Neruda y que hasta la fecha ha
acumulado antecedentes que confirman la tesis de su asesinato y lo ha
hecho también en las causas de agrupaciones de familiares de las
víctimas contra los responsables civiles del golpe de Estado.
La conferencia fue organizada por la
Oficina Regional para América del Sur del Instituto Interamericano
de Derechos Humanos (IIDH).
Actualmente hay en Chile más de 1.500
procesos judiciales en trámite vinculados a las violaciones de los
Derechos Humanos, y Chile es el país con más expedientes abiertos,
más procesados y más condenados de todos los países que por
aquéllos mismos años del siglo pasado debieron soportar dictaduras
brutales en Latinoamérica.
EL GOLPE Y LAS INSTITUCIONES CHILENAS
¿Qué ocurría con las
instituciones sociales en Chile, y que ocurrió después, y
con el propio Estado, antes, durante y después del golpe de Estado?
Quiero destacar en primer lugar el
papel heroico, valiente, generoso, histórico, que jugó la Iglesia
Católica chilena, porque el cardenal Raúl Silva Henríquez (1), que
creó la famosa Vicaría de la Solidaridad, que jugó un papel
extraordinario. No fue el único elemento, por supuesto, hubo otras
organizaciones y otras personas que se jugaron la vida por los
perseguidos, hicieron todo lo que podrían hacer y con éxito, pero
el papel de la Vicaría fue fundamental. Era muy difícil para la
dictadura, que se proclamaba defensora de la Iglesia Católica, o
protectora de la Iglesia Católica, supuestamente amenazada “por el
comunismo de Allende”, terminar con la Vicaría de la Solidaridad,
que fue un alero para abogados de Derechos Humanos, para estudiantes
de Derecho, y sin los archivos de la Vicaría de la Solidaridad, que
registraron la mayoría de los casos ocurridos, habríamos avanzado
poco o nada. Tuvimos el arsenal valioso que nos dio la Iglesia
Católica y su Vicaría para trabajar con abogados destacadísimos
como José Galeano, que nombraba hace poco. Él, junto a un gran
grupo de abogados -sería largo nombrarlos a todos- se jugaron la
vida y lograron este enorme bagaje de antecedentes que nos
permitieron contar con los antecedentes para todas las querellas que
llevamos adelante a partir del año 1998. Porque a partir de nuestra
primera en el año 1998 ocurrieron muchas cosas en Chile. La querella
estuvo sola entre enero y abril, y en abril comenzaron a darse cuenta
los propios colegas que las cosas sí podían caminar, y en los meses
de julio y agosto ya eran 300 las querellas en contra de Pinochet, y
todas caminando, todas avanzando. Y aquí aparece un personaje muy
singular que merece ser mencionado, el juez Juan Guzmán Tapia.
Cuando presentamos la querella en 1998, la Corte designó por turno a
Juan Guzmán, que había sido un ardoroso partidario de la dictadura.
Como él mismo lo reconocía, había celebrado con champaña la caída
de Allende en el año 1973. Pero había elementos que indicaban que
Juan Guzmán podía cambiar. Era hijo de un gran poeta chileno, Juan
Guzmán Cruchaga, y por tanto tenía que haber compartido su mesa con
personas como Pablo Neruda y Volodia Teitelboim (2). Por mucho que
haya apoyado el golpe, debía tener en sus registros de niño un
concepto distinto respecto a los intelectuales avanzados de Chile.
El primer encuentro con Guzmán fue
bastante duro. Se mostró muy escéptico respecto a lo que decíamos,
a mí me dijo varias veces que habíamos exagerado, por lo que
contábamos en la querella, nos recibía con cierta frialdad, hasta
que ocurrió un día un hecho bastante triste, pero que cambió su
vida, y a mi juicio también cambió a los procesos, cuando escuchó
el testimonio de una compañera que había sido violada por perros en
un enclave nazi en el sur de Chile, en la Colonia Dignidad. Cuando yo
entré a la sala, a la reunión que tenía con él, venía saliendo
ella, y cuando entro a hablar con Guzmán, este tenía los ojos
húmedos de lágrimas, me abrazó y me dijo: “Eduardo, ustedes
tenían razón, yo era el equivocado, y además ustedes se quedaron
chicos, esto es peor de lo que ustedes me han dicho”. A partir de
ese momento, objetivamente fue así, cambió la mentalidad de Guzmán.
No fue fácil, tomó meses para que se fuera convenciendo, no siempre
estuvimos de acuerdo con él, pero ese hombre frío, incrédulo sobre
lo que había ocurrido en Chile, cambió su vida porque lo
sensibilizó la verdad. El hecho de conocer cara a cara la verdad lo
hizo cambiar al punto que comenzó a buscar por Chile los cuerpos de
los desaparecidos, no dudó en procesar a su propio primo hermano,
Carlos López Tapia (3), que había sido jefe en Villa Grimaldi. Por
lo tanto contamos con un aliado, que luego trabajó también con
Garzón. Obviamente, la Corte Suprema, meses después, o años
después, lo destituyó, lo sacó del cargo, pero nadie puede negar
que Guzmán Tapia tuvo los pantalones suficientes para procesar, en
Chile, a Augusto Pinochet. Por esos azares del destino, debo comentar
algo que ocurre esta tarde, porque un papel determinante en el avance
de los Derechos Humanos lo jugó la Policía chilena. Esa misma
Policía de la que nosotros habíamos desconfiado durante muchos
años, por razones políticas e ideológicas fue, con su Departamento
de Derechos Humanos, un esencial colaborador de trabajo, y no se
explicarían los avances sin el apoyo que tuvimos en la Policía de
Investigaciones de Chile, y en especial de su Departamento de
Derechos Humanos, el famoso Departamento 5º. Ahí se produjeron
hechos tan importantes como la detención de Manuel Contreras (4),
director general de la DINA, que se defendió armas en la mano. Sin
embargo la Policía logró detenerlo sin derramamiento de sangre.
También logró ubicar a Iturriaga Neumann (5), otro espectacular
asesino, que pensaba salir del país y la Policía lo ubicó. Todos
ellos fueron éxitos del Departamento 5º de la Policía, y
curiosamente está de paso por Uruguay y se encuentra en esta sala el
jefe del Departamento 5º (aplausos). Es increíble el documental que
muestra su ingreso a la casa de Manuel Contreras, cuando este saca el
revolver, y finalmente es detenido, al igual que fueron detenidos los
demás, a quienes nadie se atrevía a detener. Hay anécdotas
graciosas. Cuando detienen a Contreras, lo llevaban a Tribunales,
nosotros estábamos allí, y por la radio se decía que había sido
detenido Contreras, un hecho histórico. A Tribunales llegaron los
familiares de detenidos desaparecidos, cientos de ellos, y llevaron
huevos para tirarle a Contreras cuando llegara a Tribunales. Bueno,
la mayoría de los huevos cayeron sobre el saco nuevo de este
caballero que está sentado aquí. Después protestó mucho porque le
habían manchado la ropa nueva (risas).
LA INFORMACIÓN QUE ENTREGÓ EL
EJÉRCITO RESULTÓ ABSOLUTAMENTE FALSA
Poco después de esta querella, el
gobierno instaló la llamada Mesa
de Diálogo, que
francamente resultó ser una mesa de monólogo, porque invitaron a
las Fuerzas Armadas, pero invitaron a las organizaciones de
familiares. Yo fui invitado y se me pidió que iniciáramos un
diálogo para poner fin a los procesos sobre la base que las Fuerzas
Armadas entregaran información. Les respondí que quien debía
responder eso no era yo, sino las agrupaciones de familiares. Pero no
las invitaron. Fueron algunas personas, algunos abogados de Derechos
Humanos, pero no hubo diálogo. La información que entregó el
Ejército, lamentablemente resultó ser absolutamente falsa.
Entregaron un listado que decía que “fulano fue tirado al mar en
tal parte”, y pocos meses después se encontraron los restos de esa
persona en otro lugar. No fue precisamente un buen ejemplo. También
se crearon comisiones de verdad y el Informe Rettig. Quiero decir que
el Informe Rettig me parece un hecho positivo, que entregó
elementos, y que se llama así porque la encabezó un exsenador
llamado Raúl Rettig. Esta comisión entregó antecedentes que han
servido, que son muy valiosos. No son vinculantes, no permiten
procesos, pero nos sirvió mucho para los juicios que se siguen.
También existió otra comisión, que se llama el Informe Valech. Ya
ahí comienzan a aparecer los elementos desagradables, porque
establecía una reparación a las víctimas y a los familiares de las
víctimas a cambio de que entregaran sus testimonios, pero al mismo
tiempo firmando un documento comprometiéndose al silencio por 50
años. Esto está vigente hoy en Chile. El Informe Valech exige
silencio por 50 años. Es una cosa terrible, que por una mísera
pensión, se hayan tenido que comprometer a no entregar información,
impidiéndonos a nosotros ejercer nuestras acciones. De las
comisiones que se crearon, algunas cumplieron un papel, y otras no
fueron buenas. Es una experiencia a tener en cuenta.
¿CUÁL ES LA SITUACIÓN HOY EN
CHILE?
Hoy hay en Chile unos 1.500 procesos
abiertos. Los 300 primeros partieron en el año 1998 y tienen que ver
con las causas más emblemáticas, como la Operación Cóndor, la
Caravana de la Muerte, etc. Pero el grueso de los otros 1.200
procesos está relacionado con las acciones llevadas adelante por las
organizaciones de familiares de ejecutados políticos, que han
realizado una extraordinaria labor, sobre la base del trabajo de un
pequeño grupo de abogados; nos nutrimos también de estudiantes de
Derecho, sin distinción política alguna. Colocamos un cartel en la
universidad, dirigido a los estudiantes de Derecho Penal interesados
en el tema de los Derechos Humanos, y empezaron a venir chicos, con
diferentes motivaciones políticas, y que al inicio no entendían
nada, porque son chicos que nacieron después del golpe, nunca
vivieron la labor de la dictadura. Pero cuando tomaban un expediente
y comenzaban a leer lo que había ocurrido, no podían creer que eso
había sucedido en Chile. Se apasionaron hasta las lágrimas y hasta
hoy sigue existiendo un cuerpo muy valioso, creo que en este momento
son unos 20, permanentemente reunidos, y dedican parte de su tiempo
gratuitamente, lo que hace posible que sostengamos este número
grande de procesos. A diferencia de lo que ocurre en otros países,
para que vean cómo es de curioso el desarrollo social, y a
diferencia de lo que ocurre en Uruguay, que el tema tiene un
hermosísimo apoyo de masas -esa Marcha del Silencio en Uruguay es
una cosa muy emocionante-, en Chile no hemos recibido apoyo de masas
nunca. En la Federación de Estudiantes los Derechos Humanos no son
un tema, y en la central de trabajadores tampoco. Ojalá haya algún
día una marcha del silencio en Chile. Se da entonces el caso curioso
que hemos avanzado en la práctica concreta de los procesos, pero eso
no es seguido con el interés que debiera por las masas. Y nos parece
que eso es grave, porque el tema de los Derechos Humanos y de los
delitos de lesa humanidad, no es un asunto del pasado, no es un
asunto de viejitos, no es un asunto de recordar el pasado, es sobre
el hoy y sobre el futuro. Si no ponemos atención a lo que ocurre en
los factores de poder de la sociedad, nadie tiene la vida asegurada.
¿Y cómo educar a los muchachos para que nunca más ocurra esto? Es
justamente logrando que se acerquen y conozcan lo que ocurrió. Creo
que en eso hemos fracasado, no hemos logrado sensibilizar a la
sociedad chilena. Si hiciéramos un encuentro de este tipo, creo que
en Chile habría menos gente que aquí. Yo he sido invitado a los
lugares más insólitos del mundo -París, a México casi todos los
años, a muchos otros países- pero en Chile ninguna universidad me
ha invitado nunca a hablar, salvo en la que yo era decano. A la
Universidad de Chile, en la que me eduqué, a la Católica, nunca he
sido invitado. El Colegio de Abogados jamás me ha invitado. No es
tema.
EL CASO NERUDA
Para concluir voy a hacer referencia a
dos querellas que me parecen muy importantes. Una de ellas es sobre
la muerte de Pablo Neruda. Esto comenzó con el comentario que hace
en el año 2011 el que era chofer de Neruda, Manuel Araya, quien dice
que el domingo 23 de setiembre de 1973, Neruda lo había llamado a él
y a Matilde, que estaban en Isla Negra recogiendo las últimas cosas
que Pablo quería llevar a México, donde iba a ser recibido por el
presidente Luis Echeverría, dónde había sido cónsul, donde se le
quiere mucho y había sido un factor político muy importante, Pablo
le dice que le ha ocurrido algo extraño, y Manuel viaja a Santiago,
a la clínica Santa María, donde estaba Neruda, y este le muestra a
Araya una mancha roja en su abdomen, y le dice que lo ha inyectado
una persona, que él no lo había solicitado y que tiene dolores muy
extraños. Esto es lo que recuerda este hombre, luego lo mandan a
comprar un remedio, sale, y a la salida del hospital es detenido por
los militares y llevado al Estadio Nacional, donde estuvo preso más
de un mes. Neruda muere cuando él está prisionero. Este hombre hace
la confesión a la revista mexicana Proceso. Por esta revista nos
enteramos que existía Manuel Araya, lo ubicamos en la ciudad de San
Antonio, nos hace este relato que yo sintetizaba, recuerda Araya que
con él había un ciudadano moreno, que era de un país que no
recordaba cuál era. Cuando fui a saludar a nuestro amigo, el
embajador de la República Dominicana en Uruguay, él me dice que me
quiere presentar a su secretario, y este señor llega y me dice que
quería conocerme porque había estado preso en el Estadio Nacional
de Santiago de Chile, y que había estado preso con un señor que
decía que era chofer de Neruda. Así compruebo que lo que me había
dicho años antes Manuel era completamente cierto. En realidad, hasta
nosotros dudamos, porque para nosotros era un dato que Neruda tenía
cáncer, y que había muerto de cáncer, por lo que el relato del
chofer nos ofrecía muchas dudas. Y entonces decidimos no hacer nada
hasta avanzar un poco en el tema. Pero comenzó a ocurrir que casi
todo lo que decía el chofer era cierto. Él hizo referencia por
ejemplo a parte del personal de la clínica, y les puedo contar ahora
porque han pasado los años y lo sabemos, que parte de los médicos
que estaban revisando a Neruda son parte de los que ahora están
procesados por el asesinato de Eduardo Frei (6), cometido en la misma
clínica Santa María pocos años después, en el mismo piso 4º. Y
la señora María Araneda, que inyectó a Frei, es la misma señora
que inyectó en el abdomen a Pablo Neruda. Lo que acaba de
comprobarse hace menos de un mes en los restos de Neruda es la
presencia de estafilococo dorado, que justamente produce una mancha
rojiza. Es decir que Araya nunca mintió. Nosotros mismos nos
resistíamos a creer, casi no presentamos la querella, teníamos
muchas dudas, porque era ir contra una verdad instalada. La ayuda de
gente como el historiador español Mario Moreau, que descube en
Madrid viejas entrevistas de prensa de Matilde Urrutia (7), y ella
decía en ellas que el médico de Neruda le había dicho que el poeta
no podía morir de cáncer, porque le quedaban al menos diez años
más de vida, tenía un benigno cáncer de próstata. Y Neruda habría
jugado en México un papel políticamente muy importante. Es decir,
la vida nos ha mostrado que este sencillo chofer de Neruda tenía
absoluta razón en todo lo que nos había dicho. Ahora, ¿podremos
procesar a alguien por este delito? Difícil. Deberíamos poder
demostrar la participación de terceros en la muerte de Pablo, porque
para la legislación chilena no basta siquiera la confesión del
autor; para procesar a alguien es necesario demostrar la existencia
del delito, y eso se demostraría únicamente si pudiésemos
demostrar que murió por esa causa. No va a ser fácil, y quizá no
se procese a nadie, pero a esta altura creo que nadie en el país
cree que Pablo haya muerto de cáncer. La casualidad no puede ser
tanta, la misma enfermera, la misma mancha, los mismos médicos...
Neruda no fue a la clínica porque se estuviera muriendo. La decisión
de abandonar Isla Negra, donde vivía, es porque le habían allanado
su casa, le habían robado su casa, y como medida de protección se
encontró más adecuado tenerlo internado en una clínica conocida,
como la Clínica Santa María. Ya estando en Uruguay recibimos la
información del peritaje, y hay detalles importantes. El químico
Berríos, que fue asesinado en Uruguay, estuvo presente en ambos
casos, y hay información sobre la enorme cantidad de elementos
toxicológicos que el Ejército chileno había comprado luego del
golpe. La otra querella que es importante es la que presentamos en el
año 2012, para establecer la responsabilidad de los instigadores del
golpe, porque nos parece que deben pagar por sus crímenes no sólo
los que mataron con sus manos, los que violaron los DD.HH., los que
introdujeron todos esos horrores, si también aquéllos que
condujeron las cosas para que se dieran esas condiciones que
permitieron el quiebre institucional. Ahí encontramos una serie de
personajes muy importantes, algunos vivos y otros no, y aquí en
Uruguay, gracias al trabajo de un joven historiador uruguayo, un
personaje -que no nombro porque estamos en medio de un proceso
judicial- se supo que uno de los instigadores del golpe de Estado
contra Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954, también estuvo presente
en el golpe de Estado en Chile en 1973. No podemos dar su nombre
porque es uno de los posibles encauzados, acusados, de la querella en
Chile. Es decir que se trataría de un instigador profesional.
Concluyo diciéndoles que en materia de
DD.HH., y sobre todo en casos que tienen que ver con delitos de lesa
humanidad, como los que ocurrieron en América Latina en una época
determinada, es importante en primer lugar la verdad, conocer la
verdad en todos sus detalles, cualquiera sean las consecuencias,
porque una buena parte de la sociedad sigue creyendo que eso no es
verdad, que eso no ocurrió. Les cuento el caso de una joven en
Barcelona, años después del golpe. Yo terminaba de brindar una
conferencia y pidió la palabra para agradecerme, y dijo que había
vivido muchos años en Chile y nunca había sabido lo que había
ocurrido. En segundo lugar, es importante la memoria, resguardar la
memoria, mantener la memoria viva para las generaciones que vienen,
pero sobre todo, y quizá tanto o más que la verdad y la memoria,
tiene que haber justicia y reparación. Sin justicia, y sin
reparación, la verdad y la memoria son un lindo retrato. Yo creo que
se trata de hacer cosas para que, de verdad, estos crímenes
horribles, en cualquier lugar que ocurran, y por las razones que
sean, no vuelvan a repetirse.
(1)
Monseñor Raúl Silva Henríquez (Talca, 27 de septiembre de 1907,
Santiago, 9 de abril de 1999) fue un destacado sacerdote salesiano y
abogado chileno, obispo de Valparaíso entre 1959 y 1961, arzobispo
de Santiago entre 1961 y 1983 y acérrimo defensor de los derechos
humanos durante la dictadura militar de Augusto Pinochet.
(2)
Volodia Valentín Teitelboim Volosky (Chillán, Región del Biobio,
17 de marzo de 1916 - Santiago, 31 de enero de 2008), fue un
abogado, político y escritor chileno, Premio Nacional de Literatura
2002. Fue diputado y senador comunista, y secretario general del
Partido Comunista de Chile entre 1990 y 1994.
(3)
Carlos José López Tapia ha sido identificado como integrante de
la Caravana de la Muerte a su paso por Linares y Cauquenes, en
octubre 1973, ocupando el puesto de segundo jefe de la misión del
helicóptero Puma que transportaba la comitiva criminal, por lo que
ha sido acusado de participar en la muerte de cuatro personas. López
Tapia participo en la ejecución del líder campesino José Gregorio
Liendo Vera, militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria,
quien fue fusilado el día 3 de octubre de 1973 en Valdivia.
Posteriormente ingresó a la DINA, llegando a ser jefe de la Villa
Grimaldi en 1976, periodo en que la DINA secuestro e hizo
desaparecer desde el centro clandestino a decenas de prisioneros y
prisioneras. También fue Jefe de División de Inteligencia
Metropolitana de la DINA. Tuvo vínculos estrechos con los grupos
nazis de Colonia Dignidad.
(4)
Juan Manuel Guillermo Contreras Sepúlveda (Santiago de Chile, 4 de
mayo de 1929-ibídem, 7 de agosto de 2015), conocido por el apodo de
Mamo, fue un general del Ejército de Chile. Entre 1973 y 1977, a
comienzos del gobierno militar, fue designado por Augusto Pinochet
como jefe de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), cargo a
través del cual dirigió una serie de actividades de represión
política (incluyendo tortura, secuestro y asesinato) a los
opositores del régimen. Por dichas violaciones a los derechos
humanos, fue condenado a cadena perpetua. En julio de 2010 declaró
públicamente -desde la prisión militar donde cumplía condena- que
se sentía “orgulloso de su trabajo” al frente de dicho
organismo.
(5)
Raúl Eduardo Iturriaga Neumann (Linares, 23 de enero de 1938) es un
militar chileno que fue mayor general del Ejército y director
asistente de la DINA, la policía secreta bajo la dictadura de
Augusto Pinochet. El 11 de junio de 2007 Iturriaga se rebeló contra
la condena de prisión de 10 años dictada por el juez Alejandro
Solís (que la Corte Suprema redujo a 5 años) por el secuestro del
miembro del MIR, Luis San Martin, desaparecido el 17 de diciembre de
1974. Se fugó y fue recapturado menos de dos meses después por la
Policía.
(6)
Eduardo Nicanor Frei Montalva (Santiago, Chile; 16 de enero de 1911
– ibídem, 22 de enero de 1982) fue un abogado, periodista y
político demócrata cristiano chileno. Fue presidente de la
República durante el período comprendido entre 1964 y 1970 y
presidente del Senado en 1973. Fuerte opositor a Allende, apoyó en
primera instancia al golpe de Pinochet pero poco después se
transformó en uno de sus principales opositores. Murió en 1982
luego de una cirugía simple en la Clínica Santa María. Se
comprobó luego que había sido intoxicado en la propia clínica,
probablemente con un tóxico o veneno producido por Eugenio Berríos,
asesinado años después en Uruguay.
(7)
Matilde Urrutia era la compañera de Neruda al momento de su muerte.
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