Como es tradicional cada 10 de
setiembre, integrantes de distintas agrupaciones del Partido Nacional
en Lavalleja se reunieron en la zona de los Tres Puentes para
homenajear al caudillo blanco Aparicio Saravia.
La oratoria estuvo a cargo de José
Belloni, quien indicó que “hoy, a 111 años de aquella bala
perdida que en la Batalla de Masoller hiriera de muerte al General
Aparicio Saravia, queremos recordar con este humilde homenaje a este
prócer inigualable del Partido Nacional. Inquieto desde niño,
escapó de la escuela montevideana a la que su padre lo enviara a
recibir una instrucción superior. Presentándose en la casa paterna,
a los dos meses, en compañía de unos carreros a los que se había
juntado en el camino.
Ya a los 20 años, al lado de su
hermano mayor Gumercindo, se le hallaba en los días de la revolución
tricolor. Cuando Gumercindo pasó al Brasil en febrero de 1983, como
uno de los jefes de la revolución federalista, Aparicio formaba en
la columna que invadió la frontera por Aceguá. Muerto Gumercindo de
un balazo en el pecho, el 10 de agosto de 1894, el directorio de la
revolución confirió al Coronel Aparicio Saravia el rango de Jefe
del Primer Ejército Libertador, al mismo tiempo que se le promovía
al rango de General. Batidos en retirada, el 23 de octubre de 1895,
retornó a su país con un grupo de 30 hombres desarmados, por la
misma frontera de Aceguá cruzada al irse”.
EL IDEALISTA
Más adelante en su exposición,
Belloni dijo que “aquel hombre flaco, triste y pensativo, que traía
metida en su cuerpo una bala desde la Batalla de Paso Fundo, y que
volvía vencido después de tres años de ausencia, traía consigo un
gran caudal de experiencia de la guerra criolla, peleada en Río
Grande con los mismos métodos que en tierra uruguaya. Vivía desde
la hora de su regreso en su estancia 'Del Cordobés', los sucesos se
precipitaron y en noviembre del ’96, Saravia se lanzó al campo con
un puñado de hombres a provocar una alteración del orden que
sirviera cuando menos para tachar de viciadas las elecciones
generales que se debían efectuar por esos días. Ahí nació tal vez
el idealista, que defendiera con coraje inigualable hasta su muerte
los valores inalienables de las leyes, en defensa de la democracia:
'Defensores de las leyes' lucía su divisa. Saravia, en su estancia
'Del Cordobés', y el presidente Juan Lindolfo Cuestas en Montevideo,
vinieron a ser el eje del cual giraba la política nacional. Un
régimen dualista dentro del cual, el Partido Nacional y el gobierno
se preparaban para definir posiciones lo antes posible. Pero en 1903,
con la elección presidencial de José Batlle y Ordóñez, las cosas
tomaron otro sesgo. Recién había asumido el mando el gobernante
electo, el 1 de marzo, cuando Saravia estaba nuevamente al frente de
un ejército nacionalista”.
LA BATALLA
“Cada uno de los presuntos
contendores solo pensó en aprovechar los momentos de tregua, para
aumentar la cantidad de sus fusiles y municiones, esperando el
conflicto que fatalmente debía producirse. Y ese momento llegó en
enero de 1904. Los primeros choques formales ocurrieron en el mismo
mes de enero, en las cerrilladas de Mansavillagra, en los días 22 y
23 de junio, librose en Tupambaé la más importante y encarnizada
batalla de guerra, donde las bajas sobrepasaron de 1.500. Saravia,
por su parte, estuvo en los sitios de máximo peligro, demostrando
una valentía imperturbable y supo dictar como siempre apropiadas
disposiciones. Llegamos así al doloroso día para todos los blancos
de la Batalla de Masoller, en la cual el 1º de setiembre resultó
herido mortalmente por un proyectil que le atravesó el cuerpo de la
espalda al vientre, en las últimas horas de la tarde. Conducido a
Brasil, sucumbió a los pocos días, el 10 de setiembre de 1904. Su
cuerpo fue depositado en el panteón de la familia Pereira de Souza,
en el municipio de Santa Ana do Livramento. Pasado el tiempo, y con
la perspectiva que nos da la historia, queremos recordarlo como el
gran oriental que fue. Hoy es mucho más que un héroe del Partido
Nacional. Es, para mi al menos, el forjador de la democracia del
pueblo oriental. ¡Viva la Patria!”.
Posteriormente, se colocó una ofrenda
floral frente al monolito que recuerda al caudillo blanco.
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