«Existe una verdad universal, aplicable a todos
los países, culturas y comunidades: la violencia contra la mujer nunca es
aceptable, nunca es perdonable, nunca es tolerable.»
(secretario general de las Naciones Unidas, Ban
Ki-moon)
Hoy se
festeja en el mundo entero el Día Internacional de la Mujer, y las Naciones
Unidas (ONU) decidieron hacerlo bajo el lema “Una promesa es una promesa: Acabemos
con la violencia contra la mujer” (http://www.un.org/es/events/womensday/).
En el
planeta, según la ONU, hasta el 50% de las agresiones sexuales se cometen
contra niñas menores de 16 años. Globalmente, 603 millones de mujeres viven en
países donde la violencia doméstica no se considera un delito. Hasta el 70% de
las mujeres de todo el mundo aseguran haber sufrido una experiencia física o
sexual violenta en algún momento de su vida. Más de 60 millones de niñas son
novias y se casan antes de los 18 años.
“Ante estas
inaceptables estadísticas, la comunidad internacional está firmemente
comprometida para cambiar el sufrimiento de las mujeres”, dice la ONU en una
declaración oficial.
La
Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la
mujer (CEDAW) exige a los países firmantes que adopten todas las medidas
necesarias para acabar con la violencia.
Como parte
de los esfuerzos dirigidos por la ONU para luchar con esta situación, la
campaña ÚNETE del Secretario General hace un llamamiento a todos los Gobiernos,
la sociedad civil, las organizaciones feministas, los hombres, la gente joven,
el sector privado, los medios de comunicación y el sistema de las Naciones
Unidas para unirse en los esfuerzos encaminados a corregir esta pandemia.
La violencia
contra la mujer es la forma más usual de la violencia doméstica, y por lo
general las mujeres son agredidas por su pareja (esposo, novio, concubino). En
los países en los que existen mediciones confiables se calcula que más del 20%
de las mujeres ha sufrido violencia por parte de los hombres con quienes viven.
La
violencia contra la mujer puede ser psicológica, emocional, sexual y física, y
llega muchas veces al asesinato. En Uruguay, aunque sigue siendo un fenómeno
alarmante, por su extensión en la sociedad y por su magnitud, el estado al
menos ha comenzado a dar pasos en los últimos años para facilitar la denuncia,
el castigo a los responsables y la defensa de las víctimas. Aunque queda mucho,
mucho por hacer.
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