martes, 15 de enero de 2013

La partida de un grande: “La Julieta” Gastambide


El pasado domingo “partió” uno de los más grandes jugadores que ha pisado las canchas de Minas. Reconocido por toda la afición deportiva. Futbolista de Estación y de los seleccionados de Lavalleja. Campeón adentro y fuera de ella. Querido, respetado y admirado por todos. Hace unos cuantos años atrás, en el “Viejo” Diario La Unión, Decano de la Prensa Uruguaya, tuvimos el privilegio de realizarle una nota, de charlar extensamente de fútbol y de que nos contara sus vivencias. También en algunas tertulias futboleras, supimos enriquecernos con sus anécdotas. El domingo se fue físicamente, en silencio, como transcurrió su vida. Pero dejó muchas enseñazas. Hoy recurrimos a una muy linda nota realizada por los colegas y queridos amigos de Semanario Arequita, la que compartimos con ustedes.

Julio Albérico Gastambide Martínez “La Julieta”. Su nombre, su apodo, están asociados al fútbol de Minas. Integra un selecto grupo de futbolistas que forman parte de la mejor historia del balompié local. Líderes por temperamento y condiciones, afortunadamente, varios de ellos han pasado por estas páginas y por consiguiente las han enriquecido con sus vivencias y relatos de una época de gloria. Hoy le toca el turno a uno de esos “primera clase” –como se acostumbra decir ahora a los jugadores con prestigio y títulos encima- del fútbol vernáculo. Hablamos de “La Julieta” Gastambide. Su apodo, “La Julieta”, por el cual lo conoce la amplia mayoría de los minuanos, nació de las barras de amigos de la Estación. “No sé si fue para insultarme pero finalmente me quedó como apodo. Es algo que no me incomoda en absoluto” dice el titular de tan singular apodo.

-¿Dónde nació, dónde transcurrió su infancia?

-Nací en la zona de Arequita, a más o menos un kilómetro del cerro, lo que anteriormente se conocía como la 1ª Sección. Mi infancia transcurrió en el mejor barrio de Minas, la Estación, en el entorno de las calles Ugolini, Avenida Gral. Flores y Avenida Artigas. Recuerdo que al cine veníamos los sábados de noche. Ómnibus a esa hora no había y entonces éramos diez o doce muchachos caminando por la avenida de noche. Una barra de amigos, amigos. Ahora todo ha evolucionado, las cosas son diferentes, y a uno hasta le cuesta adaptarse.

-En esa época habrá comenzado su relación con el fútbol...

-Por supuesto. Jugábamos en los potreros del barrio, sobre todo al lado de la Calera Diano. Lo hacíamos a cualquier hora. Después de salir de la Escuela (estuve en la Nº 11 hasta 4º año y en la Nº 8 los años sucesivos).

-Viviendo en ese lugar, era prácticamente imposible jugar en otro club que no fuera Estación...

-Claro. Me afilié al club en 1940, época en la cual la institución tenía dirigentes excepcionales como Nicanor Aldabalde -“alma mater” de Estación-, Miguel Monesterolo que era el dueño del molino que estaba donde hoy está Walter’s. Prácticamente en aquellos años no se conocían los técnicos de los equipos, solamente los había en la selección. Los cuadros los armaban los propios dirigentes. Estuve 25 años en el Club Estación. En esa época formé mi familia, me casé con Teresa Somma, tuvimos dos hijos: Carmelo Mario es médico cirujano en Montevideo, y Julio César tiene una boutique en Minas.

-En cuanto a la parte laboral, ¿qué puede decirnos?

- Trabajé como camionero durante 28 años en el Molino Ugarte, recorriendo todas las rutas del país, salvo Salto y Artigas, en busca de trigo. Luego se cerró el Molino, en 1979, y conseguí de chofer en la Intendencia. Con el cierre del Molino como que se fue terminando el propio barrio, fue un desastre, un mazazo imponente para todos los vecinos, porque en el molino trabajaban casi 70 personas. El cierre apareció de golpe y repercutió fuertemente en la zona porque era una empresa próspera, con importante clientela en toda la República y especialmente en Montevideo. Murió el comercio, los bares y todos quedamos en banda. Gracias a Dios conseguí trabajo en la Intendencia y terminé siendo chofer de la Junta Departamental, institución de la que me retiré en 1994 y donde nunca tuve problemas de ninguna índole.

-¿Qué ídolos o figuras influyeron en su forma de jugar, de sentir el fútbol?

-Debo decir que no tenía ningún referente en ese aspecto. Yo lo jugaba como lo sentía.

-¿En qué posición de la cancha se sentía más cómodo?

-Empecé a jugar de 10 y en la selección jugué hasta de número 5. Me gustaba jugar al fútbol, el buen fútbol.

-¿Qué jugadores destaca de aquella época?

-Habían jugadores excepcionales. En Estación estaba “Piquico” Gómez, gran amigo, fuera y dentro de la cancha. Era un tipo que realmente se la jugaba por uno. Destaco también a Santana Campos que jugaba en Estación de 5. Tanto Gómez como Santana jugaron en el profesionalismo. Salimos campeones en varias oportunidades y durante cinco años mantuvimos el invicto, de 1947 a 1952. En aquel momento se movilizaba todo el barrio para ver jugar a Estación.

-Y de otros equipos...

-Muchísimos, José María Bengochea, Washington Urruty, Di Marco, el “Cacho” Díaz, la “Sellada” Gutiérrez, entre tantos otros...

-También fue muy destacada su participación en la Selección de Lavalleja...

-Felizmente fue así. Obtuve tres campeonatos del Este, jugando junto a Juan María Otegui, Santana Campos, Washington Urruty, José María Bengochea y Luciano Pintos, entre otros. En aquella época, jugar de visitantes era complicado, sobre todo ir a Melo se hacía difícil porque la rivalidad era muy grande.

-¿Asiste hoy a presenciar partidos de fútbol?

-No, hace muchos años que dejé de ir al fútbol, incluso ni a ver a la Selección de Lavalleja. No voy por la tristeza que siento. Uno prácticamente  vive de los recuerdos y eso también a uno le genera cierta angustia, lo que lo va alejando de las canchas. Recuerdo que un día fui a ver Estación y Olimpia en la cancha de Central. En determinado momento me acuerdo que me salieron unos gritos y enseguida me di cuenta que tenía que dejar de concurrir porque iba a tener problemas. Las cosas que estaba viendo verdaderamente me dolían, ya nada era lo mismo y uno se fastidia fácilmente.

-¿Fue Director Técnico?

-Sí, dirigí un año a Estación, en 1996, y salimos segundos. En el Campeonato de los Barrios dirigí a Municipal con quien salimos campeones.

-Si hoy en día lo invitaran a volver a dirigir, ¿qué diría?

-Diría que no porque lo que quiero es tranquilidad

-¿Y si le propusieran integrar una Comisión Directiva?

-Ese es un problema más serio todavía. Diría también que no, también quiero mantenerme al margen en ese aspecto.

-¿Qué le diría a un niño que hoy en día se inicia en el fútbol?

-Pienso que para aconsejar a un chiquilín, lo mejor que se le puede decir es que se guíe por sus propios instintos, que no le copien nada a nadie, ser ellos mismos. Para aprender hay que jugar, primero en un campito, en lo que antes le llamábamos “potreros”. Lo que más se ve en la actualidad es la falta de fundamentos técnicos, incluso en jugadores de Primera División, acompañado de una marcada falta de respeto. El respeto como que ya se terminó... Para mi esa es la falla más importante, la falta de personalidad reinante. Igualmente surgen buenos jugadores pero también el fútbol se ha mercantilizado demasiado.

(Fotos y textos gentileza de Semanario Arequita) 






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