El
pasado domingo “partió” uno de los más grandes jugadores que ha pisado las
canchas de Minas. Reconocido por toda la afición deportiva. Futbolista de
Estación y de los seleccionados de Lavalleja. Campeón adentro y fuera de ella.
Querido, respetado y admirado por todos. Hace unos cuantos años atrás, en el
“Viejo” Diario La Unión, Decano de la Prensa Uruguaya, tuvimos el privilegio de
realizarle una nota, de charlar extensamente de fútbol y de que nos contara sus
vivencias. También en algunas tertulias futboleras, supimos enriquecernos con
sus anécdotas. El domingo se fue físicamente, en silencio, como transcurrió su
vida. Pero dejó muchas enseñazas. Hoy recurrimos a una muy linda nota realizada
por los colegas y queridos amigos de Semanario Arequita, la que compartimos con
ustedes.
Julio Albérico Gastambide Martínez “La
Julieta”. Su nombre, su apodo, están asociados al fútbol de Minas. Integra un
selecto grupo de futbolistas que forman parte de la mejor historia del balompié
local. Líderes por temperamento y condiciones, afortunadamente, varios de ellos
han pasado por estas páginas y por consiguiente las han enriquecido con sus
vivencias y relatos de una época de gloria. Hoy le toca el turno a uno de esos
“primera clase” –como se acostumbra decir ahora a los jugadores con prestigio y
títulos encima- del fútbol vernáculo. Hablamos de “La Julieta ” Gastambide. Su
apodo, “La Julieta ”,
por el cual lo conoce la amplia mayoría de los minuanos, nació de las barras de
amigos de la Estación.
“No sé si fue para insultarme pero finalmente me quedó como apodo. Es algo que
no me incomoda en absoluto” dice el titular de tan singular apodo.
-¿Dónde
nació, dónde transcurrió su infancia?
-Nací en la zona de Arequita, a más o menos un
kilómetro del cerro, lo que anteriormente se conocía como la 1ª Sección. Mi
infancia transcurrió en el mejor barrio de Minas, la Estación , en el entorno
de las calles Ugolini, Avenida Gral. Flores y Avenida Artigas. Recuerdo que al
cine veníamos los sábados de noche. Ómnibus a esa hora no había y entonces
éramos diez o doce muchachos caminando por la avenida de noche. Una barra de
amigos, amigos. Ahora todo ha evolucionado, las cosas son diferentes, y a uno
hasta le cuesta adaptarse.
-En esa
época habrá comenzado su relación con el fútbol...
-Por supuesto. Jugábamos en los potreros del
barrio, sobre todo al lado de la Calera Diano. Lo hacíamos a cualquier hora.
Después de salir de la Escuela
(estuve en la N º 11
hasta 4º año y en la N º
8 los años sucesivos).
-Viviendo
en ese lugar, era prácticamente imposible jugar en otro club que no fuera
Estación...
-Claro. Me afilié al club en 1940, época en la
cual la institución tenía dirigentes excepcionales como Nicanor Aldabalde
-“alma mater” de Estación-, Miguel Monesterolo que era el dueño del molino que
estaba donde hoy está Walter’s. Prácticamente en aquellos años no se conocían
los técnicos de los equipos, solamente los había en la selección. Los cuadros
los armaban los propios dirigentes. Estuve 25 años en el Club Estación. En esa
época formé mi familia, me casé con Teresa Somma, tuvimos dos hijos: Carmelo
Mario es médico cirujano en Montevideo, y Julio César tiene una boutique en
Minas.
-En
cuanto a la parte laboral, ¿qué puede decirnos?
- Trabajé como camionero durante 28 años en el
Molino Ugarte, recorriendo todas las rutas del país, salvo Salto y Artigas, en
busca de trigo. Luego se cerró el Molino, en 1979, y conseguí de chofer en la Intendencia. Con
el cierre del Molino como que se fue terminando el propio barrio, fue un
desastre, un mazazo imponente para todos los vecinos, porque en el molino
trabajaban casi 70 personas. El cierre apareció de golpe y repercutió
fuertemente en la zona porque era una empresa próspera, con importante
clientela en toda la República
y especialmente en Montevideo. Murió el comercio, los bares y todos quedamos en
banda. Gracias a Dios conseguí trabajo en la Intendencia y terminé
siendo chofer de la
Junta Departamental , institución de la que me retiré en 1994
y donde nunca tuve problemas de ninguna índole.
-¿Qué
ídolos o figuras influyeron en su forma de jugar, de sentir el fútbol?
-Debo decir que no tenía ningún referente en
ese aspecto. Yo lo jugaba como lo sentía.
-¿En
qué posición de la cancha se sentía más cómodo?
-Empecé a jugar de 10 y en la selección jugué
hasta de número 5. Me gustaba jugar al fútbol, el buen fútbol.
-¿Qué
jugadores destaca de aquella época?
-Habían jugadores excepcionales. En Estación
estaba “Piquico” Gómez, gran amigo, fuera y dentro de la cancha. Era un tipo
que realmente se la jugaba por uno. Destaco también a Santana Campos que jugaba
en Estación de 5. Tanto Gómez como Santana jugaron en el profesionalismo.
Salimos campeones en varias oportunidades y durante cinco años mantuvimos el
invicto, de 1947 a
1952. En aquel momento se movilizaba todo el barrio para ver jugar a Estación.
-Y de
otros equipos...
-Muchísimos, José María Bengochea, Washington
Urruty, Di Marco, el “Cacho” Díaz, la “Sellada” Gutiérrez, entre tantos
otros...
-También
fue muy destacada su participación en la Selección de Lavalleja...
-Felizmente fue así. Obtuve tres campeonatos
del Este, jugando junto a Juan María Otegui, Santana Campos, Washington Urruty,
José María Bengochea y Luciano Pintos, entre otros. En aquella época, jugar de visitantes
era complicado, sobre todo ir a Melo se hacía difícil porque la rivalidad era
muy grande.
-No, hace muchos años que dejé de ir al
fútbol, incluso ni a ver a la
Selección de Lavalleja. No voy por la tristeza que siento.
Uno prácticamente vive de los recuerdos
y eso también a uno le genera cierta angustia, lo que lo va alejando de las
canchas. Recuerdo que un día fui a ver Estación y Olimpia en la cancha de Central.
En determinado momento me acuerdo que me salieron unos gritos y enseguida me di
cuenta que tenía que dejar de concurrir porque iba a tener problemas. Las cosas
que estaba viendo verdaderamente me dolían, ya nada era lo mismo y uno se
fastidia fácilmente.
-¿Fue
Director Técnico?
-Sí, dirigí un año a Estación, en 1996, y
salimos segundos. En el Campeonato de los Barrios dirigí a Municipal con quien
salimos campeones.
-Si hoy
en día lo invitaran a volver a dirigir, ¿qué diría?
-Diría que no porque lo que quiero es
tranquilidad
-¿Y si
le propusieran integrar una Comisión Directiva?
-Ese es un problema más serio todavía. Diría
también que no, también quiero mantenerme al margen en ese aspecto.
-¿Qué
le diría a un niño que hoy en día se inicia en el fútbol?
-Pienso que para aconsejar a un chiquilín, lo
mejor que se le puede decir es que se guíe por sus propios instintos, que no le
copien nada a nadie, ser ellos mismos. Para aprender hay que jugar, primero en
un campito, en lo que antes le llamábamos “potreros”. Lo que más se ve en la
actualidad es la falta de fundamentos técnicos, incluso en jugadores de Primera
División, acompañado de una marcada falta de respeto. El respeto como que ya se
terminó... Para mi esa es la falla más importante, la falta de personalidad
reinante. Igualmente surgen buenos jugadores pero también el fútbol se ha
mercantilizado demasiado.
(Fotos y textos gentileza de Semanario
Arequita)
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