martes, 13 de noviembre de 2012

Obras de Samuel Leiva en La Casa Encantada


UNA MUESTRA HOMENAJE A UN ARTISTA Y A UN HOMBRE EXCEPCIONAL

Comenzó una exposición retrospectiva con obras de Samuel Leiva, en La Casa Encantada, compuesta por una serie de cuadros de distintas épocas y un busto de Juan José Morosoli.

La apertura estuvo a cargo de Raquel Leiva Riccetto, hija del artista, acompañada por la arquitecta Mary Morosoli y de Bernardo Leis, mecenas de ese espacio que continúa con su tarea de difusión cultural como lo concibió su alma gestora, el pintor Daniel Fernández, recientemente fallecido.

Con una presencia importante de público, algunos apoyando la continuidad de la gestión trazada por Daniel y otros por lazos familiares, de amistad y de reconocimiento al artista Samuel Leiva.

Raquel Leiva destacó el rol de Beatriz Leis para conectarla con Daniel, que “fue quien me insistió en hacer este homenaje, me revalorizaba constantemente en cada charla la idea que tuve siempre de papá, de una persona sumamente valiosa, tanto en lo humano como en lo artístico”.

Destacó que cada exposición que se haga en La Casa Encantada, “es un homenaje a Daniel, porque siempre va a estar aquí, encantando”.

ENORMES VALORES

Mary Morosoli expresó que estaba ocupando un lugar que “debía estar ocupado por Daniel, y que desgraciadamente no puede ser”.

Evocó los lazos de amistad de raíz familiar entre las familias Leiva y Morosoli a través del tiempo.

Destacó Morosoli que Samuel Leiva tenía una personalidad de perfil bajo, “y de unos valores intelectuales y sentimentales enormes, que había que descubrirlos, estaban escondidos”. 

Evocó la formación de Amigos del Arte, donde tuvo un rol preponderante Leiva, “un lugar que fue mucho más que una academia artística, con Edgardo Ribeiro, que descubrió los grandes valores de Samuel como escultor”.

Contó que Juan José Morosoli cuando posó para el busto, decía: “me da tanta vergüenza estar allí frente a Samuel, que sabe tanto”, y Samuel según le contó su hija Raquel, decía: “yo no me animo ni a mirarlo, me da vergüenza, porque para mí es tan grande Morosoli”. Señaló que fue “una lástima que Samuel no siguiera incursionando en la escultura, en el Liceo hay un busto de un negro que es espectacular”.

PINTABA PORQUE LE GUSTABA  

Sobre la pintura, Morosoli dijo que Leiva “pintaba porque le gustaba, no le interesaba vender, ni los concursos, ni las exposiciones, pintaba por la necesidad de expresarse”. Destacó una primera etapa con mucha influencia de Torres García, “pero que supo dejarla atrás, y se expresó con sus ímpetus, con sus sentimientos, con sus colores, con mucha firmeza, como eran firmes sus preceptos socialistas también era así en la pintura”.
LAS OBRAS Y LA VIDA  

Continuó destacando Morosoli una marina, el puente ondulado de la Barra de Maldonado, una calle de la ciudad de Maldonado donde se ve a lo lejos la Catedral, algunos paisajes de Venecia y de Shangai, “que son una clara manifestación del proceso de emancipación de las influencias del Taller Torres García, con la pintura de paisajes”. José Leiva señaló el importante relacionamiento que tuvo Samuel con pintores como Motta, Amaral, “que salieron de la paleta baja y se fueron hacia los colores más fuertes”.

Pablo Leiva recordó que Samuel Leiva jugó al básquetbol. “Era un gran jugador y también un gran pescador, tenía mucha suerte pescando con el reel”. Así se fueron agregando recuerdos y anécdotas de la vida de Samuel Leiva, resaltando una personalidad que al decir de su hija Raquel “era de perfil bajo, pero brillante, muy dulce, un gran hombre”.

PAPÁ, QUERIDO SAMY

Raquel Leiva Riccetto es hija de Samuel Leiva y también de la inolvidable Nélida “Beba” Riccetto. Al preguntarle Primera Página cómo era vivir en un hogar con dos padres de tan profunda cultura y proyección en la pintura y en la literatura, responde que por eso “yo elegí las ciencias”, y se ríe. Luego agrega, “fue un vida muy rica, pero es cierto, yo me incliné a las ciencias, estudié química, fui asesora por más de 20 años de laboratorios en Argentina, que es donde vivo, y también de médicos que trabajan con vitaminas y medicina ortomolecular, pero la parte artística y política de mis padres están incorporadas, en lugar de elegir lo que me resultaba sencillo, como la literatura o el dibujo, elegí las ciencias. Una vez le pregunté a papá por qué no me había incentivado en el dibujo, que no era para nada mala, y me respondió ‘porque te ibas a morir de hambre’”.

Recuerda Leiva que su padre “siempre pintó, y vendía, pero ese no era su objetivo, papá tenía otros medios de vida, era egresado de la Escuela de Bellas Artes, en pintura y escultura, fue alumno de José Belloni, y participó en la escultura de La Carreta, hay partes hechas por papá. Era docente del Liceo de Minas, donde integró una época de docentes que nos marcaron. Personalmente recuerdo y me gustaría saber de un profesor de física que tuve, José Da Fonte, que fue maravilloso, nos daba clases con material de la Universidad de Berkeley,  y me gustaría volver a verlo. También lo que estudié y aprendí de matemáticas con Pedro Estela y Gustavo Riccetto fue impresionante, estaban por encima de los niveles de la Universidad. Eran impresionantes”.  

CON DANIEL

Hacer la exposición “fue una idea de Daniel, yo estuve en abril de este año, Daniel tenía un concepto excepcional de mi padre, para él era el único escultor importante que ha dado Minas y nadie lo conoce. Me decía que papá como persona era muy luminoso, bondadoso y especial. Daniel insistió en hacer esta muestra, y bueno, lamentablemente Daniel hoy no está, pero la muestra sí, como una decisión de él, que es”.

Finalmente Leiva expresó que estaba “muy contenta” con la exposición en La Casa Encantada. “Llegué el 30 de octubre a Uruguay, y en la terminal de Tres Cruces me entero que Daniel hacía pocas horas había fallecido, me puse a llorar como loca, solita, me dolió mucho, teníamos un vínculo muy lindo, y de ahora, no de antes. Daniel era una persona excepcional, me narró cosas de mi propia vida respecto a mi padre, de quien tuve yo siempre una imagen altísima, que papá no la tenía de sí mismo, era de bajo perfil, pero era brillante, y muy consistente con su ideología, muy socialista, uno de los hombres con la cabeza más abierta que he conocido, y un ser muy dulce pero a la vez muy firme en sus convicciones”, concluye emocionada.

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