UNA MUESTRA
HOMENAJE A UN ARTISTA Y A UN HOMBRE EXCEPCIONAL
Comenzó una
exposición retrospectiva con obras de Samuel Leiva, en La Casa Encantada ,
compuesta por una serie de cuadros de distintas épocas y un busto de Juan José
Morosoli.
La apertura estuvo
a cargo de Raquel Leiva Riccetto, hija del artista, acompañada por la
arquitecta Mary Morosoli y de Bernardo Leis, mecenas de ese espacio que continúa
con su tarea de difusión cultural como lo concibió su alma gestora, el pintor
Daniel Fernández, recientemente fallecido.
Con una presencia
importante de público, algunos apoyando la continuidad de la gestión trazada
por Daniel y otros por lazos familiares, de amistad y de reconocimiento al
artista Samuel Leiva.
Raquel Leiva
destacó el rol de Beatriz Leis para conectarla con Daniel, que “fue quien me
insistió en hacer este homenaje, me revalorizaba constantemente en cada charla
la idea que tuve siempre de papá, de una persona sumamente valiosa, tanto en lo
humano como en lo artístico”.
Destacó que cada
exposición que se haga en La Casa Encantada, “es un homenaje a Daniel, porque
siempre va a estar aquí, encantando”.
ENORMES VALORES
Mary Morosoli
expresó que estaba ocupando un lugar que “debía estar ocupado por Daniel, y que
desgraciadamente no puede ser”.
Evocó los lazos de
amistad de raíz familiar entre las familias Leiva y Morosoli a través del
tiempo.
Destacó Morosoli
que Samuel Leiva tenía una personalidad de perfil bajo, “y de unos valores
intelectuales y sentimentales enormes, que había que descubrirlos, estaban
escondidos”.
Evocó la formación de Amigos del Arte, donde tuvo un rol
preponderante Leiva, “un lugar que fue mucho más que una academia artística,
con Edgardo Ribeiro, que descubrió los grandes valores de Samuel como escultor”.
Contó que Juan José
Morosoli cuando posó para el busto, decía: “me da tanta vergüenza estar allí
frente a Samuel, que sabe tanto”, y Samuel según le contó su hija Raquel,
decía: “yo no me animo ni a mirarlo, me da vergüenza, porque para mí es tan
grande Morosoli”. Señaló que fue “una lástima que Samuel no siguiera
incursionando en la escultura, en el Liceo hay un busto de un negro que es
espectacular”.
PINTABA PORQUE LE
GUSTABA
Sobre la pintura,
Morosoli dijo que Leiva “pintaba porque le gustaba, no le interesaba vender, ni
los concursos, ni las exposiciones, pintaba por la necesidad de expresarse”.
Destacó una primera etapa con mucha influencia de Torres García, “pero que supo
dejarla atrás, y se expresó con sus ímpetus, con sus sentimientos, con sus
colores, con mucha firmeza, como eran firmes sus preceptos socialistas también era
así en la pintura”.
LAS OBRAS Y LA VIDA
Continuó destacando
Morosoli una marina, el puente ondulado de la Barra de Maldonado, una calle de la ciudad de
Maldonado donde se ve a lo lejos la
Catedral , algunos paisajes de Venecia y de Shangai, “que son
una clara manifestación del proceso de emancipación de las influencias del
Taller Torres García, con la pintura de paisajes”. José Leiva señaló el
importante relacionamiento que tuvo Samuel con pintores como Motta, Amaral,
“que salieron de la paleta baja y se fueron hacia los colores más fuertes”.
Pablo Leiva recordó
que Samuel Leiva jugó al básquetbol. “Era un gran jugador y también un gran pescador,
tenía mucha suerte pescando con el reel”. Así se fueron agregando recuerdos y
anécdotas de la vida de Samuel Leiva, resaltando una personalidad que al decir
de su hija Raquel “era de perfil bajo, pero brillante, muy dulce, un gran hombre”.
PAPÁ, QUERIDO SAMY
Raquel Leiva
Riccetto es hija de Samuel Leiva y también de la inolvidable Nélida “Beba”
Riccetto. Al preguntarle Primera Página cómo era vivir en un
hogar con dos padres de tan profunda cultura y proyección en la pintura y en la
literatura, responde que por eso “yo elegí las ciencias”, y se ríe. Luego
agrega, “fue un vida muy rica, pero es cierto, yo me incliné a las ciencias,
estudié química, fui asesora por más de 20 años de laboratorios en Argentina,
que es donde vivo, y también de médicos que trabajan con vitaminas y medicina
ortomolecular, pero la parte artística y política de mis padres están
incorporadas, en lugar de elegir lo que me resultaba sencillo, como la
literatura o el dibujo, elegí las ciencias. Una vez le pregunté a papá por qué
no me había incentivado en el dibujo, que no era para nada mala, y me respondió
‘porque te ibas a morir de hambre’”.
Recuerda Leiva que
su padre “siempre pintó, y vendía, pero ese no era su objetivo, papá tenía
otros medios de vida, era egresado de la Escuela de Bellas Artes, en pintura y escultura,
fue alumno de José Belloni, y participó en la escultura de La Carreta , hay partes hechas
por papá. Era docente del Liceo de Minas, donde integró una época de docentes
que nos marcaron. Personalmente recuerdo y me gustaría saber de un profesor de
física que tuve, José Da Fonte, que fue maravilloso, nos daba clases con
material de la Universidad
de Berkeley, y me gustaría volver a verlo.
También lo que estudié y aprendí de matemáticas con Pedro Estela y Gustavo
Riccetto fue impresionante, estaban por encima de los niveles de la Universidad. Eran
impresionantes”.
CON DANIEL
Hacer la exposición
“fue una idea de Daniel, yo estuve en abril de este año, Daniel tenía un
concepto excepcional de mi padre, para él era el único escultor importante que
ha dado Minas y nadie lo conoce. Me decía que papá como persona era muy luminoso,
bondadoso y especial. Daniel insistió en hacer esta muestra, y bueno,
lamentablemente Daniel hoy no está, pero la muestra sí, como una decisión de él,
que es”.
Finalmente Leiva expresó que estaba “muy contenta” con la exposición en La Casa Encantada. “Llegué el 30 de octubre a Uruguay, y en la terminal de Tres Cruces me entero que Daniel hacía pocas horas había fallecido, me puse a llorar como loca, solita, me dolió mucho, teníamos un vínculo muy lindo, y de ahora, no de antes. Daniel era una persona excepcional, me narró cosas de mi propia vida respecto a mi padre, de quien tuve yo siempre una imagen altísima, que papá no la tenía de sí mismo, era de bajo perfil, pero era brillante, y muy consistente con su ideología, muy socialista, uno de los hombres con la cabeza más abierta que he conocido, y un ser muy dulce pero a la vez muy firme en sus convicciones”, concluye emocionada.
Finalmente Leiva expresó que estaba “muy contenta” con la exposición en La Casa Encantada. “Llegué el 30 de octubre a Uruguay, y en la terminal de Tres Cruces me entero que Daniel hacía pocas horas había fallecido, me puse a llorar como loca, solita, me dolió mucho, teníamos un vínculo muy lindo, y de ahora, no de antes. Daniel era una persona excepcional, me narró cosas de mi propia vida respecto a mi padre, de quien tuve yo siempre una imagen altísima, que papá no la tenía de sí mismo, era de bajo perfil, pero era brillante, y muy consistente con su ideología, muy socialista, uno de los hombres con la cabeza más abierta que he conocido, y un ser muy dulce pero a la vez muy firme en sus convicciones”, concluye emocionada.
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