Por Gorge Gómez
“No hay nada más
bello que lo que nunca he tenido/ nada más amado que lo que perdí/ perdóname si
hoy busco en la arena/ esa luna llena que arañaba el mar”
(Lucía, de Joan
Manuel Serrat)
Eran muchas las
expectativas ante el espectáculo “Serrat íntimo”, muchos de los que fuimos
coincidimos que había cierto miedo a la decepción, ¿un imitador? ¿un homenaje?
Joan Manuel Serrat
es único, y por lo tanto difícil, complicado, por cómo dice, por lo que dice,
por cómo va hasta el fondo en sus canciones.
Y comienza. Pero
¿Cómo? Con la sala a oscuras, y se oye la grabación de Ignacio Copani cantando “Maldito
Serrat”, que es un verdadero tributo.
¿Cómo siguió? Y ahí
se prenden las luces y aparece José Luis Cairo y los músicos, cantando “sin
hacer de Serrat”, sino diciendo, expresando, y sintiendo con una espléndida
voz, con una dicción clara y segura, sin ninguna afectación sobre el escenario,
imprimiéndole a cada tema entrega, estudio, y con una comunicación con el
público -que era un número importante esa noche en el teatro Lavalleja- como de
un ritual, allí estaban diciendo y cantando, interpretando y sintiendo todos, e
iba de un tema a otro creciendo la emoción, con golpes fuertes como cuando
canta “Esos locos bajitos”, o “Benito”; o momentos de religiosidad con “La
saeta” de Antonio Machado; o de regocijo con “Mediterráneo”, “Hoy puede ser un
gran día” o “Algo personal”; o sacudirnos con “Las nanas de la cebolla”, esa
obra mayor de Miguel Hernández, que Serrat hizo una conmovedora canción, pero
es con todas las canciones que de una manera u otra, a quien le gusta Serrat tiene
en un pedazo de piel metida sus canciones.
¡QUÉ EQUIPO!
José Luis Cairo
supo rodearse de tres excelentes músicos, Julio César Aroztegui (teclados), Fernando Bigliante (bajo) y
Gonzalo Pérez (percusión) ¡cómo sonaron! ¡cómo midieron los tiempos! No hubo un
desajuste, el sonido fue limpio, perfecto. Lo acompañó Analaura Orrego en
algunas canciones, con buena voz.
Y hubo más, Sandra
Gutiérrez dijo algunos textos de Serrat, como “Padre”, un poema canción bastante
desconocido que él lo canta casi siempre en catalán, que tiene una fuerza y
actualidad magistral, -y así lo dijo Sandra-, con una claridad e interpretación
corporal y vocal magníficas, al igual que en “Donde quiera que estés”, un
hermoso poema de amor. También junto al actor Juan Duarte escenificaron “Penélope
”, “Las nanas de la
cebolla”, con conmovedora eficacia de ambos. Sin desperdicios.
Y llegó el final, y
no nos queríamos ir del teatro, este teatro Lavalleja que nos sorprende cada
pocos días con un espectáculo mejor que otro, se sale con mucho aprendizaje y satisfacción,
con mucha emoción y no alcanzó que terminara con “Fiesta”, o que siguiera
agregando canciones. Queríamos más.
Cairo y su grupo
supo encontrar el tono justo para hacer este magnífico “Serrat íntimo”, que dan
ganas de volver a escuchar, a ver, a sentir … seguramente vuelvan.
En el pequeño
programa agradecen al público por acompañarlos, y desean que “ojalá disfruten
como nosotros lo disfrutamos al hacerlo”, ese es uno de los secretos de este
estupendo espectáculo.
“Quizás porque mi
niñez/ sigue jugando en tu playa/ y escondido tras las cañas/ duerme mi primer
amor,/ llevo tu luz y tu olor/ por dondequiera que vaya,/ y amontonado en tu
arena/ guardo amor, juegos y penas”. (Mediterráneo,
de Joan Manuel Serrat)
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